Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 21 de noviembre de 2012

SOBRE LA ACUMULACION DE BASURA - rectificación.

Rectificación, no porque haya cambiado de idea, sino porque no me he explicado bien. Pudiera parecer que pido que sean los soldados quienes retiren las basuras de las calles, cuando nada más lejos de mi intención.

A lo que me refiero es a que -lo mismo que cuando Zapatero militarizó a los controladores aéreos, estos quedaron bajo la autoridad militar y la máxima autoridad en las torres de control era un capitán, un teniente o un sargento, en el caso de las huelgas salvajes de basureros, bastaría con un soldado -y hasta un recluta- para supervisar que los maleantes -mucho más maleantes que los controladores- doblasen el lomo de la forma debida para paliar el desaguisado que han provocado.

Quede dicho para evitar malentendidos por la deficiente redacción previa.

SOBRE LAS CUBIERTAS DEL CONGRESO.

Que, como seguramente ya saben -vean si no El Mundo o El País-, están siendo sometidas a reparación. Muy mal deben estar, cuando la reparación es tan urgente como para impedir el sarao anual de las visitas en fecha constitucional, cuando los ciudadanitos demócratas son guiados al hemicirco -no es errata, ojo, sino definición intencionada- a contemplar lo único de interés que el edificio alberga: las huellas de los disparos al techo del 23-F.

Por lo demás, no se comprende a qué viene tanto aspaviento, tanto asombro y tanta discusión. ¿O es que alguien no sabía aún que el Congreso está lleno de goteras?

SOBRE LA ACUMULACION DE BASURA.

Que es mucha, como cualquiera que tenga entendederas sabe de sobra.

Pero en este caso no me refiero a la basura de los partidos políticos del sistema, donde todos hozan a más y mejor salvo -y sirva de contraste- UPyD, que es la única formación con representación parlamentaria que ha atajado con rapidez y vergüenza los casos de corrupción cuando alguno le ha surgido.

No me refiero a la basura de la oposición, que ahora exige hipócritamente las medidas que no tomó hace un año, cuando aún gobernaba. No me refiero a la basura del Gobierno, incapaz, incompetente, cobarde, inútil, despilfarrando una mayoría absoluta y una coyuntura que permitiría retomar el camino racional del Estado moderno.

No me refiero a la basura de los sindicatos que se llaman de clase -y que lo son: de mala clase-, y que hoy orquestan huelgas con tan buen motivo como cuando no lo hicieron hace uno, dos, tres, cinco años.

Pero si me refiero, en parte, a los sindicatos; los que mantienen las calles de nuestras ciudades llenas de basura. En el caso de Madrid, durante tres días y con la peregrina razón de que quizá, tal vez, acaso, puedan producirse despidos en el futuro. No pregunten dónde tienen estos sindicalistas las bolas de cristal adivinadoras de futuros.

Y, sobre todo, en ciudades como Jerez, donde llevan ya 20 días sin recoger la basura hasta el extremo de que los vecinos, exasperados, decidieron -véase la información de El País-quemarla por sus propios medios, en vista de que nadie hacía nada.

No es que sea este el mejor método -sin duda sería mejor quemar a los responsables, qué duda cabe- pero díganme si no es comprensible; al menos, en tanto las autoridades ineptas no tomen las medidas correspondientes.

Por ejemplo -y siguiendo el precedente de un Gobierno tan democrático, tolerante y talantero como el de don José Luis Rodríguez Zapatero- la militarización de los servicios de recogida de basuras.

Confieso que me alegraría sobremanera ver a un soldadito, con su dotación reglamentaria, cuidando de que las calles de España -ya que no otras dependencias mas altas- quedasen como una patena.

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