Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 29 de octubre de 2013

29 DE OCTUBRE

Hace exactamente 80 años, José Antonio Primo de Rivera pronunciaba el discurso que iniciaba la andadura de Falange Española. Puede parecer que un discurso de hace casi un siglo resultaría desfasado, antiguo, caduco o -como dicen los cursis- obsoleto.

Animo a los amigos que visiten este diario a leer el discurso, a abrir su mente y olvidarse de las fechas. Animo a los amigos lectores a abandonar los prejuicios que les haya inculcado la prensa amarilla; la podredumbre de los partidos políticos que padecemos; la mentira cien millones de veces repetida por los canallas que viven de la difamación, y por los tontos que no tienen ideas, sino antipatías.

Animo a los amigos lectores a profundizar en el análisis de la teoría de las ideas políticas, y a enjuiciarlo con sinceridad.

Y animo a los amigos lectores a pensar seriamente si todo lo que entonces dijo José Antonio no es estremecedoramente válido para el día de hoy.


DISCURSO DE LA FUNDACION DE

FALANGE ESPAÑOLA

(Discurso pronunciado en el Teatro de la Comedia de Madrid, el día 29 de octubre de 1933)


Nada de un párrafo de gracias. Escuetamente, gracias, como corresponde al laconismo militar de nuestro estilo.

Cuando, en marzo de 1762, un hombre nefasto, que se llamaba Juan Jacobo Rousseau, publicó El contrato social, dejó de ser la verdad política una entidad permanente. Antes, en otras épocas más profundas, los Estados, que eran ejecutores de misiones históricas, tenían inscritas sobre sus frentes, y aun sobre los astros, la justicia y la verdad. Juan Jacobo Rousseau vino a decirnos que la justicia y la verdad no eran categorías permanentes de razón, sino que eran, en cada instante, decisiones de voluntad. Juan Jacobo Rousseau suponía que el conjunto de los que vivimos en un pueblo tiene un alma superior, de jerarquía diferente a cada una de nuestras almas, y que ese yo superior está dotado de una voluntad infalible, capaz de definir en cada instante lo justo y lo injusto, el bien y el mal. Y como esa voluntad colectiva, esa voluntad soberana, sólo se expresa por medio del sufragio –conjetura de los más que triunfa sobre la de los menos en la adivinación de la voluntad superior–, venía a resultar que el sufragio, esa farsa de las papeletas entradas en una urna de cristal, tenía la virtud de decirnos encada instante si Dios existía o no existía, si la verdad era la verdad o no era la verdad, si la Patria debía permanecer o si era mejor que, en un momento, se suicidase.

Como el Estado liberal fue un servidor de esa doctrina, vino a constituirse no ya en el ejecutor resuelto de los destinos patrios, sino en el espectador de las luchas electorales. Para el Estado liberal sólo era lo importante que en las mesas de votación hubiera sentado un determinado número de señores; que las elecciones empezaran a las ocho y acabaran a las cuatro; que no se rompieran las urnas. Cuando el ser rotas es el más noble destino de todas las urnas. Después, a respetar tranquilamente lo que de las urnas saliera, como si a él no le importase nada. Es decir, que los gobernantes liberales no creían ni siquiera en su misión propia; no creían que ellos mismos estuviesen allí cumpliendo un respetable deber, sino que todo el que pensara lo contrario y se propusiera asaltar el Estado, por las buenas o por las malas, tenía igual derecho a decirlo y a intentarlo que los, guardianes del Estado mismo a defenderlo.

De ahí vino el sistema democrático, que es, en primer lugar, el más ruinoso sistema de derroche de energías. Un hombre dotado para la altísima función de gobernar, que es tal vez la más noble de las funciones humanas, tenía que dedicar el ochenta, el noventa o el noventa y cinco por ciento de su energía a sustanciar reclamaciones formularias, a hacer propaganda electoral, a dormitar en los escaños del Congreso, a adular a los electores, a aguantar sus impertinencias, porque de los electores iba a recibir el Poder; a soportar humillaciones y vejámenes de los que, precisamente por la función casi divina de gobernar, estaban llamados a obedecerle; y si, después de todo eso, le quedaba un sobrante de algunas horas en la madrugada, o de algunos minutos robados a un descanso intranquilo, en ese mínimo sobrante es cuando el hombre dotado para gobernar podía pensar seriamente en las funciones sustantivas de Gobierno.

Vino después la pérdida de la unidad espiritual de los pueblos, porque como el sistema funcionaba sobre el logro de las mayorías, todo aquel que aspiraba a ganar el sistema, tenía que procurarse la mayoría de los sufragios. Y tenía que procurárselos robándolos, si era preciso, a los otros partidos, y para ello no tenía que vacilar en calumniarlos, en verter sobre ellos las peores injurias, en faltar deliberadamente a la verdad, en no desperdiciar un solo resorte de mentira y de envilecimiento. Y así, siendo la fraternidad uno de los postulados que el Estado liberal nos mostraba en su frontispicio, no hubo nunca situación de vida colectiva donde los hombres injuriados, enemigos unos de otros, se sintieran menos hermanos que en la vida turbulenta y desagradable del Estado liberal.

Y, por último, el Estado liberal vino a depararnos la esclavitud económica, porque a los obreros, con trágico sarcasmo, se les decía: "Sois libres de trabajar lo que queráis; nadie puede compeleros a que aceptéis unas u otras condiciones; ahora bien: como nosotros somos los ricos, os ofrecemos las condiciones que nos parecen; vosotros, ciudadanos libres, si no queréis, no estáis obligados a aceptarlas; pero vosotros, ciudadanos pobres, si no aceptáis las condiciones que nosotros os impongamos, moriréis de hambre, rodeados de la máxima dignidad liberal". Y así veríais cómo en los países donde se ha llegado a tener Parlamentos más brillantes e instituciones democráticas más finas, no teníais más que separamos unos cientos de metros de los barrios lujosos para encontramos con tugurios infectos donde vivían hacinados los obreros y sus familias, en un límite de decoro casi infrahumano. Y os encontraríais trabajadores de los campos que de sol a sol se doblaban sobre la tierra, abrasadas las costillas, y que ganaban en todo el año, gracias al libre juego de la economía liberal, setenta u ochenta jornales de tres pesetas.

Por eso tuvo que nacer, y fue justo su nacimiento (nosotros no recatamos ninguna verdad), el socialismo. Los obreros tuvieron que defenderse contra aquel sistema, que sólo les daba promesas de derechos, pero no se cuidaba de proporcionarles una vida justa. Ahora, que el socialismo, que fue una reacción legítima contra aquella esclavitud liberal, vino a descarriarse, porque dio, primero, en la interpretación materialista de la vida y de la Historia; segundo, en un sentido de represalia; tercero, en una proclamación del dogma de la lucha de clases. El socialismo, sobre todo el socialismo que construyeron, impasibles en la frialdad de sus gabinetes, los apóstoles socialistas, en quienes creen los pobres obreros, y que ya nos ha descubierto tal como eran Alfonso García Valdecasas; el socialismo así entendido, no ve en la Historia sino un juego de resortes económicos: lo espiritual se suprime; la Religión es un opio del pueblo; la Patria es un mito para explotar a los desgraciados. Todo eso dice el socialismo. No hay más que producción, organización económica. Así es que los obreros tienen que estrujar bien sus almas para que no quede dentro de ellas la menor gota de espiritualidad.

No aspira el socialismo a restablecer una justicia social rota por el mal funcionamiento de los Estados liberales, sino que aspira a la represalia; aspira a llegar en la injusticia a tantos grados más allá cuantos más acá llegaran en la injusticia los sistemas liberales. Por último, el socialismo proclama el dogma monstruoso de la lucha de clases; proclama el dogma de que las luchas entre las clases son indispensables, y se producen naturalmente en la vida, porque no puede haber nunca nada que las aplaque. Y el socialismo, que vino a ser una crítica justa del liberalismo económico, nos trajo, por otro camino, lo mismo que el liberalismo económico: la disgregación, el odio, la separación, el olvido de todo vínculo de hermandad y de solidaridad entre los hombres.

Así resulta que cuando nosotros, los hombres de nuestra generación, abrimos los ojos, nos encontramos con un mundo en ruina moral, un mundo escindido en toda suerte de diferencias; y por lo que nos toca de cerca, nos encontramos en una España en ruina moral, una España dividida por todos los odios y por todas las pugnas. Y así, nosotros hemos tenido que llorar en el fondo de nuestra alma cuando recorríamos los pueblos de esa España maravillosa, esos pueblos en donde todavía, bajo la capa más humilde, se descubren gentes dotadas de una elegancia rústica que no tienen un gesto excesivo ni una palabra ociosa, gentes que viven sobre una tierra seca en apariencia, con sequedad exterior, pero que nos asombra con la fecundidad que estalla en el triunfo de los pámpanos y los trigos. Cuando recorríamos esas tierras y veíamos esas gentes, y las sabíamos torturadas por pequeños caciques, olvidadas por todos los grupos, divididas, envenenadas por predicaciones tortuosas, teníamos que pensar de todo ese pueblo lo que él mismo cantaba del Cid al verle errar por campos de Castilla, desterrado de Burgos:

¡Dios, qué buen vasallo si oviera buen señor!

Eso vinimos a encontrar nosotros en el movimiento que empieza en ese día: ese legítimo soñar de España; pero un señor como el de San Francisco de Borja, un señor que no se nos muera. Y para que no se nos muera, ha de ser un señor que no sea, al propio tiempo, esclavo de un interés de grupo ni de un interés de clase.

El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas. Porque en el fondo, la derecha es la aspiración a mantener una organización económica, aunque sea injusta, y la izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organización económica, aunque al subvertiría se arrastren muchas cosas buenas. Luego, esto se decora en unos y otros con una serie de consideraciones espirituales. Sepan todos los que nos escuchan de buena fe que estas consideraciones espirituales caben todas en nuestro movimiento; pero que nuestro movimiento por nada atará sus destinos al interés de grupo o al interés de clase que anida bajo la división superficial de derechas e izquierdas.

La Patria es una unidad total, en que se integran todos los individuos y todas las clases; la Patria no puede estar en manos de la clase más fuerte ni del partido mejor organizado. La Patria es una síntesis trascendente, una síntesis indivisible, con fines propios que cumplir; y nosotros lo que queremos es que el movimiento de este día, y el Estado que cree, sea el instrumento eficaz, autoritario, al servicio de una unidad indiscutible, de esa unidad permanente, de esa unidad irrevocable que se llama Patria.

Y con eso ya tenemos todo el motor de nuestros actos futuros y de nuestra conducta presente, porque nosotros seríamos un partido más si viniéramos a enunciar un programa de soluciones concretas. Tales programas tienen la ventaja de que nunca se cumplen. En cambio, cuando se tiene un sentido permanente ante la Historia y ante la vida, ese propio sentido nos da las soluciones ante lo concreto, como el amor nos dice en qué caso debemos reñir y en qué caso nos debemos abrazar, sin que un verdadero amor tenga hecho un mínimo programa de abrazos y de riñas.

He aquí lo que exige nuestro sentido total de la Patria y del Estado que ha de servirla. Que todos los pueblos de España, por diversos que sean, se sientan armonizados en una irrevocable unidad de destino. Que desaparezcan los partidos políticos. Nadie ha nacido nunca miembro de un partido político; en cambio, nacemos todos miembros de una familia; somos todos vecinos de un Municipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo. Pues si ésas son nuestras unidades naturales, si la familia y el Municipio y la corporación es en lo que de veras vivimos, ¿para qué necesitamos el instrumento intermediario y pernicioso de los partidos políticos, que, para unimos en grupos artificiales, empiezan por desunimos en nuestras realidades auténticas?

Queremos menos palabrería liberal y más respeto a la libertad profunda del hombre. Porque sólo se respeta la libertad del hombre cuando se le estima, como nosotros le estimamos, portador de valores eternos; cuando se le estima envoltura corporal de un alma que es capaz de condenarse y de salvarse. Sólo cuando al hombre se le considera así, se puede decir que se respeta de veras su libertad, y más todavía si esa libertad se conjuga, como nosotros pretendemos, en un sistema de autoridad, de jerarquía y de orden.

Queremos que todos se sientan miembros de una comunidad seria y completa; es decir, que las funciones a realizar son muchas: unos, con el trabajo manual; otros, con el trabajo del espíritu; algunos, con un magisterio de costumbres y refinamientos. Pero que en una comunidad tal como la que nosotros apetecernos, sépase desde ahora, no debe haber convidados ni debe haber zánganos.

Queremos que no se canten derechos individuales de los que no pueden cumplirse nunca en casa de los famélicos, sino que se dé a todo hombre, a todo miembro de la comunidad política, por el hecho de serio, la manera de ganarse con su trabajo una vida humana, justa y digna.

Queremos que el espíritu religioso, clave de los mejores arcos de nuestra Historia, sea respetado y amparado como merece, sin que por eso el Estado se inmiscuya en funciones que no le son propias ni comparta –como lo hacía, tal vez por otros intereses que los de la verdadera Religión– funciones que sí le corresponde realizar por sí mismo.

Queremos que España recobre resueltamente el sentido universal de su cultura y de su Historia.

Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque, ¿quién ha dicho –al hablar de "todo menos la violencia"– que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria.

Esto es lo que pensamos nosotros del Estado futuro que hemos de afanamos en edificar.

Pero nuestro movimiento no estaría del todo entendido si se creyera que es una manera de pensar tan sólo; no es una manera de pensar: es una manera de ser. No debemos proponemos sólo la construcción, la arquitectura política. Tenemos que adoptar, ante la vida entera, en cada uno de nuestros actos, una actitud humana, profunda y completa. Esta actitud es el espíritu de servicio y de sacrificio, el sentido ascético y militar de la vida. Así, pues, no imagine nadie que aquí se recluta para ofrecer prebendas; no imagine nadie que aquí nos reunimos para defender privilegios. Yo quisiera que este micrófono que tengo delante llevara mi voz hasta los últimos rincones de los hogares obreros, para decirles: sí, nosotros llevamos corbata; sí, de nosotros podéis decir que somos señoritos. Pero traemos el espíritu de lucha precisamente por aquello que no nos interesa como señoritos; venimos a luchar porque a muchos de nuestras clases se les impongan sacrificios duros y justos, y venimos a luchar por que un Estado totalitario alcance con sus bienes lo mismo a los poderosos que a los humildes. Y así somos, porque así lo fueron siempre en la Historia los señoritos de España. Así lograron alcanzar la jerarquía verdadera de señores, porque en tierras lejanas, y en nuestra Patria misma, supieron arrostrar la muerte y cargar con las misiones más duras, por aquello que precisamente, como a tales señoritos, no les importaba nada.

Yo creo que está alzada la bandera. Ahora vamos a defenderla alegremente, poéticamente. Porque hay algunos que frente a la marcha de la revolución creen que para aunar voluntades conviene ofrecer las soluciones más tibias; creen que se debe ocultar en la propaganda todo lo que pueda despertar una emoción o señalar una actitud enérgica y extrema. ¡Qué equivocación! A los pueblos no los han movido nunca más que los poetas, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete! En un movimiento poético, nosotros levantaremos este fervoroso afán de España; nosotros nos sacrificaremos; nosotros renunciaremos, y de nosotros será el triunfo, triunfo que –¿para qué os lo voy a decir?– no vamos a lograr en las elecciones próximas. En estas elecciones votad lo que os parezca menos malo. Pero no saldrá de ahí vuestra España, ni está ahí nuestro marco. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. Y esto lo digo ahora, cuando ello puede hacer que se me retraigan todos los votos. No me importa nada. Nosotros no vamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio.

Nuestro sitio está fuera, aunque tal vez transitemos, de paso, por el otro. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas. Que sigan los demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas.

 

viernes, 25 de octubre de 2013

SOBRE EL COMENTARIO DE MI CAMARADA ELOY.

Ayer, en su Trinchera, mi camarada Eloy comentaba la cerrilidad de que hacían gala los aspirantes a profesores de primaria, de EGB o como quiera que se llame ahora. Y concluía aventurando que mi expediente académico en esa misma especialidad de magisterio sería mejor que el de los opositores cuyas perlas desgranaba el recorte de periódico adjunto a su comentario, que abajo pueden contemplar.
Lo cierto es que mi paso por la Universidad no fue demasiado brillante, dado que en aquellos años la asignatura predominante -en cualquier rama o especialidad- era la solidaridad con los compañeros del metal. Y, a veces, con cualquier otro colectivo tan íntimamente relacionado con la enseñanza como el citado.
Ni que decir tiene que las huelgas de penenes y no penenes estaban a la orden del día -hablo de los años 1976 a 1980-; las de estudiantes a la orden de la hora, y las de todos revueltos a la orden del minuto. Ni que decir tiene, tampoco, que los profesores -numerarios, no numerarios, catedráticos- impartían marxismo en concentraciones letales, ya fuera en las clases de Historia, en las de Pedagodía, en las de Psicología, en las de Lengua y en las de Matemáticas. Difícil, ¿verdad?. Pues lo hacían. También, justo es decirlo, había algunos profesores que daban clase de lo suyo, pero el ambiente general era el que era, y nadie podía hacer milagros.

En resumen, que de la Universidad salí sabiendo menos de lo que sabía cuando entré, aunque aprendí alguna cosilla útil, como que los compañeros del metal no se iban a solidarizar conmigo si me ponían un exámen de matemáticas a las tres de la tarde de un sábado del mes de junio -cosa que debería estar catalogada como crimen contra la humanidad, por lo menos-; o que si uno se empeñaba en asistir a clase, era posible que el profesor se aviniera a darla y los piqueteros se la envainasen.

Dicho todo esto -por centrar el tema y las épocas- lo cierto es que en aquellos años ni un sólo estudiante universitario habría cometido las faltas que señala el suelto periodístico que comenta Eloy. El Bachiller era suficientemente serio como para formar intelectualmente a unos niveles que hoy son desconocidos incluso en Universidad, y cualquiera que lo terminase razonablemente bien, salía preparado para ampliar estudios, para trabajar decorosamente, para formarse por su cuenta, o para desenvolverse dignamente en la vida y en la sociedad.

Incluso quienes, por múltiples razones, no podían acceder a ese Bachiller, acaso ni terminar la educación primaria, se desenvolvían en un ambiente familiar y social que les llevaba a superarse, que les permitía aprender -aunque fuese por su cuenta- y mejorar, hasta niveles que ya quisieran muchos universitarios de hoy.

Porque el hecho es que las faltas de ortografía, los deslices geográficos, las burradas conceptuales que señala el recorte, el nivel no es que sea universitario bajo; es que es de primaria.

Y si mal está que un ingeniero, un médico, un químico o incluso un abogado no sepan escribir decentemente su idioma, que lo hagan los encargados de enseñar es de juzgado de guardia. Porque lo mas grave, es que esos opositores -caso de aprobar- enseñarán a las futuras generaciones, expandiendo sus burradas en proporción geométrica, a veinte o treinta pobres criaturas al año.

martes, 22 de octubre de 2013

SOBRE EL RECUERDO ANUAL A MI CAMARADA LUIS TAPIA AGUIRREBENGOA.

Los amigos y camaradas que me hacen la merced de visitar este diario, saben que mi mes de Octubre se significa por el recuerdo a dos grandes hombres. El uno, maestro a través de sus obras a quien no tuve la fortuna de conocer personalmente, es Rafael García Serrano, a quien el pasado día 12 dediqué un artículo. 

Artículo -todo sea dicho en honor a la verdad- que ya había sido publicado años atrás, porque en esta ocasión un cúmulo de circunstancias me han tenido tan centrado en problemas concretos, que casi marro la ocasión por primera vez en un cuarto de siglo.

No quiero que me pase lo mismo con respecto a otro de mis maestros al que -en este caso- sí tuve la suerte de conocer y de tratar personalmente: mi amigo y camarada Luis Tapia Aguirrebengoa. 

Para quien -como yo- le conociera, todo comentario es innecesario. Su fe, su valor, su hombría de bien, su gallardía, su señorío, siempre será muestra y ejemplo a seguir. Para quien no tuviera la fortuna de tratarle, cuanto yo pueda decir es inútil, porque nunca conseguiré dar una idea exacta de la serenidad, la seguridad y el buen juicio que su sola presencia transmitía. 

De su vida militar da fe el hecho de que, al cabo de los años, sus legionarios le recordaran con el cariño y la admiración que sólo produce un buen jefe. De su actividad periodística, son testigo las hemerotecas y la colección de EJE, a la que quien lo desee puede acceder en mi página de Ediciones anteriores; de su incansable actividad política al servicio de España, queda la semilla en sus queridas islas Canarias, presta a la cosecha a poco que se atienda la siembra que él hizo, como ya demostré -con datos- en no recuerdo qué pasadas elecciones. 

Sé que me repito, pero es que todo lo que se puede decir de Luis Tapia Aguirrebengoa se resume en pocas palabras: un caballero español y un Caballero Legionario.

Luis Tapia Aguirrebengoa, ¡Presente!

domingo, 20 de octubre de 2013

SOBRE UNA CARTA DE MI CORONEL FLORES THIES.

El Ilustrísimo Señor Don Jesús Flores Thies, al que tengo la suerte de tener por camarada y amigo, siquiera sea a través de Internet, define en la siguiente carta lo que muchos pensamos acerca de la actitud de la Iglesia española. 

Podría comentar algo, a mi aire, pero lo que mi Coronel dice está perfecto. Aquí lo tienen:

* * * * *
Jesús Flores Thies
Coronel de Artillería-retirado

   Barcelona 16 de Octubre de 2013

   Excmo.Sr. Obispo de Tarragona

  Monseñor:

  He presenciado por televisión la extraordinaria ceremonia de la beatifi-cación de mártires españoles, a los que denominan “del siglo XX”. El siglo XX, al igual que los siglos precedentes y los que vengan, tiene 100 años, y los 522 mártires lo fueron sólo entre los años 1931 y 1939, sólo 8 años de este siglo. De haber sido 522 mártires alemanes beatificados, por ejemplo, en Munich, el gran  panel habría puesto, por supuesto que en alemán: “Mártires víctimas de la persecución nazi. 1939-1945”. Pero España y su Conferencia Episcopal son diferentes.

  También ha habido un poco inteligente implacable servicio de seguridad que por orden del Señor Obispo no permitía ninguna bandera, no ya de Falange o con el águila de San Juan, es que ni siquiera un paraguas (sombrilla) con la bandera de España, paraguas y banderas que habrían inundado la Plaza de San Pedro en Roma de haberse celebrado allí la Beatificación. Es de agradecer que el Legado del Papa leyera un discurso donde al menos se daban datos sobre las causas del martirio, aunque sin citar por su nombre a los culpables, a los que cristianamente hay que perdonar, pero ese perdón no alcanza a las organizaciones criminales a las que pertenecían los asesinos (PCE, ER, PSOE, UGT…). A Satán no se le perdona.

  También se ha echado de menos a los innumerables mártires anónimos (aunque tenían nombre) que fueron asesinados por los de esas siglas por llevar una cadena con una medalla o un crucifijo, por encontrarles unas estampas religiosas, un Sagrado Corazón en sus casas o por haber pertenecido a la Adoración Nocturna. Estos mártires anónimos deberían haber sido recordados ¿Por qué no se hizo? ¿Por miedo? Se sabe que el santo P. Kolpe, polaco, fue asesinado por los nazis en un campo de concentración nazi ¿dónde y por quién fue asesinado, por ejemplo, el P. Poveda? ¿Por qué ese empeño en ocultarlo? Triste cobardía, señor obispo. 

  Pero es que también hubo mártires combatientes, que al caer prisioneros fueron asesinados, algunos torturados previamente, para que renunciaran a su fe. Para estos ni una oración. Nada…. 

 No podemos olvidar a aquellos españoles, muchos de ellos jóvenes falangistas, que durante la guerra por medio del “Socorro Azul”, conseguían introducir en las cárceles de los ya casi mártires, las Sagradas Formas para las misas clandestinas. Una joven falangista de esta organización fue fusilada en Barcelona por los hoy silenciados asesinos. Siempre mujer les dijo: “por favor, no me disparéis a la cara”

  La cobardía de la Conferencia Episcopal quiere mostrar al mundo que esos mártires “del siglo XX” estaban en medio de una guerra entre  azules y rojos y que ellos, sin tener nada que ver con unos y otros, se  llevaron la peor parte.

  Quizá le parezca una falta de respeto esa viñeta. Posiblemente, de haber dejado al Frente Popular que hiciera lo que quisiera sin alzamientos que le impidieran conseguir sus objetivos, después de unos largos años de dominio marxista en España, al caer el muro y recuperar parte de Europa su dignidad, habría vuelto lo religioso a la sociedad española. Pero quizá con otros 1.500 mártires más que la victoria del 1 de abril de 1939 pudo evitar.  

  Y antes de terminar quiero contarle algo personal. Mi padre, que cayó por Dios y por España (no lo dude, por Dios y por España) al mando de una compañía de una Bandera del Tercio, el 20 de mayo de 1937, escribía en una agenda unos meses antes, exactamente en la noche del 31 de diciembre de 1936, desde el sótano del Hospital Clínico, donde le habían llevado sus legionarios con una fiebre de 39 grados: “La tristeza y soledad de esta Noche Vieja se compensa con la idea de que nuestro sacrificio servirá para que nuestros hijos puedan rezar en toda España en voz alta”. ¿Qué le parece? ¿Eran los dos bandos iguales?

  Que Dios les perdone su tibieza, su ingratitud y su cobardía.

   Le saluda respetuosamente.



sábado, 12 de octubre de 2013

HASTA LUEGO, MAESTRO.


Para los aficionados al periodismo -y para los profesionales de ley, los pocos que van quedando-, con decir el maestro, basta para que todos sepamos que se trata de Rafael García Serrano.  Hablo, naturalmente, de los españoles que lo somos y ejercemos; los demás, con sus envidias y anteojeras de antipatía tienen bastante.
    Siempre, -mejor dicho: desde que un camarada me mostró la luminosa senda del Diccionario para un macuto- tuve la ilusión de lo que ya no será posible: conocer al maestro Rafael.
    Le conocí, en cambio, como manda el Evangelio: por sus obras. Le he conocido en el Eugenio, y he llegado a comprender que, si bien la muerte de voluntad es un acto heroico cuando la vida sonríe, también puede ser una magnífica solución que evite quemar la existencia inútilmente. Le he conocido en Los ojos perdidos; aquél alférez Luis Valle que tenía los ojos tristes, los ojos predestinados de los elegidos para morir jóvenes, pero que en la sonrisa de Margarita llevaba un seguro de vida eterna. Y también le conocí en esa paz que duraba quince días, y en aquella ventana que daba al río, monumental corte de mangas a la democrática y civilizada Europa que se asomaba desde las ventanas francesas a la  Guerra de España.
    Vi con él la furiosa, patética y grandiosa carga de los Toros de Iberia  contra el invasor cartaginés. Y me paseé a su lado por Méjico, con la fabulosa tropa del bachiller por Salamanca, Hernando Cortés, prodigio de equilibrio entre la espada, el derecho y la Cruz aunque otra cosa cuenten los anglosajones, que bien que hablan porque no han dejado un  sioux  que los pueda desmentir.

    También asistí -de su mano- a la increíble reconquista de las tierras de nuestra estirpe que hizo la Sección Femenina de la Falange, aquella aventura netamente espiritual en un mundo que doblaba por la cintura al siglo XX con un sonido de caja registradora. Y se me alegraron las pajarillas al comprobar qué magnífico programa de actuación nos propone su  V Centenario, que es un libro que debiéramos sabernos de memoria todos los españoles que queremos seguir siéndolo.
    Le he reconocido -y me he reconocido- en el alférez Ramón de La Fiel Infantería, arquetípico y exacto retrato de una generación que, harta de ir muriendo poco a poco, quiso jugarse la vida a cara o cruz. Me he dado cuenta -como nunca- de la tristeza de un retorno  sin que nadie se alegre con tu vuelta...  cediéndote el milagro de sus ojos rientes... leyendo en la Canción del soldado que no tenía novia el destino que aguarda a todos los que no hemos tenido la suerte -o el coraje- de  Eugenio, y estamos condenados a la derrota por no haber sido capaces de crear la ocasión de la muerte de voluntad. Y he conocido, paseando con él por la Plaza del Castillo, aquella mítica Pamplona de Julio del 36, cuando Navarra fue corazón de España.
    En fin, discúlpenme ustedes esta estadística lírica de urgencia. De sobra sé que no necesitan este estadillo apresurado de la obra del maestro Rafael, pero no he podido resistirme al comentario, tan fácil, por otra parte.
    Yo he dicho de Rafael García Serrano -ante los tres contertulios de guardia que tienen la paciencia de soportarme- que era el mejor escritor en lengua española de todos los tiempos. Puede que lo dijera en un momento de exaltación; pero el caso es que ahora, y con toda la reflexión necesaria para dar unas palabras a la consideración pública, no retiro lo dicho, sino que lo reafirmo. Ustedes ya sabrán que hay dos tipos de escritor: el que tiene mucho que comunicar, pero no acierta con la forma adecuada, y el que no tiene nada que decir pero -eso si- lo dice muy bien. Rafael García Serrano constituye una rara conjunción de ambos, porque nunca acaba uno de sorprenderse de las cosas tan enormemente importantes que dice, y de lo maravillosamente bien que las cuenta.
    Rafael García Serrano es un escritor sencillísimo, al alcance de cualquier inteligencia, porque hasta los más tontos -salvo que pertenezcan a la fauna política o politizada, que es peor- lo pueden entender a las mil maravillas. Y, a la vez, un escritor complejísimo, difícil como pocos, cuyas obras sólo nos dan su auténtica dimensión en la tercera y cuarta lectura. Pero como quien lo lee una vez, irremediablemente repite, acaba por descubrir la increíble belleza de sus páginas.
    Mi primer contacto con la obra del maestro Rafael fue a través de La Fiel. Había comprado, de una tacada, esta novela y el Diccionario para un  macuto, en un alarde económico que aún me asombra, porque mi bolsillo -primer o segundo año en la Universidad, y sin trabajar- no estaba para muchas alegrías entonces. Ni ahora, para qué nos vamos a engañar, con un Gobierno que considera los libros como artículos de lujo, y en ello se nota lo poco que los usan para lo propio de un libro, que es leerlo, y no la decoración de estanterías.
    El caso es que empecé por La Fiel Infantería porque tenía prisa por comprobar si era cierto todo lo bueno que me habían dicho del -por aquél tiempo, verano del 79, aprendí a llamarle así- maestro. Y no me gustó, lo que son las cosas. Pero pasado algún tiempo, y tras embucharme el Diccionario, volví a ella; y descubrí el sentido de algunos matices, de algunas frases que había pasado por alto en la primera lectura. Me gustó mas, pero sin llegar a entusiasmarme. Fue necesario el tercer repaso para que empezara a captar la inmensa belleza literaria que contiene, y para que me diera cuenta de que La Fiel Infantería es la mejor síntesis jamás escrita del ideario Nacionalsindicalista; el mas completo retrato de un estilo y de una forma de ser que mi edad no me ha permitido conocer directamente, y bien que lo siento.
    Después, poquito a poco -según las empresas editoriales tenían a bien satisfacer las demandas del público- fueron llegando a mi particular biblioteca todas las obras de Rafael García Serrano que han sido reeditadas, y las de nueva creación:  La Paz ha terminado, acertadísimo título de una recopilación de Dietarios, a caballo entre 1974 y 1975; La Gran Esperanza, que obtuvo el Premio Espejo de España en el 83 (por cierto, con el único voto en contra de D. Manuel Fraga, gracias sean dadas a Dios), y V Centenario, obra tan extraordinaria en lo literario como en lo político; tan excepcional, que aún no hemos sido capaces de digerir sus enseñanzas y seguir el camino que nos indica.
    Pero no es esto lo que yo quería contar, porque no creo que a nadie le interese saber de qué forma me las he ido arreglando para adquirir todas las obras de Rafael García Serrano de las que he tenido noticia. Lo que yo quería decir es que el maestro Rafael es asequible a todo el mundo, porque cualquiera de sus frases puede hacer que se desternille de risa el menos avisado, y a cualquiera que tenga el corazón en su sitio puede hacerle un nudo en la garganta; y todas sus obras son una fuente inagotable de distracción y auténtico gozo estético para un amante de la belleza literaria. Quedan -eso si- frases, alusiones, referencias, que no están al alcance de todo el mundo. Para entenderlas, es necesario pertenecer al círculo mágico de los iniciados; de los que en una palabra pueden -podemos, disculpen la inmodestia- hallar un significado ideológico, un especial sentido; ese algo que hace de las obras de Rafael García Serrano un perfecto resumen y compendio del ideario Nacionalsindicalista.
    Algo de esto escribí en la primera hoja de un ejemplar de La Fiel, que regalé a un amigo por su cumpleaños, porque uno aprovecha cualquier ocasión de promocionar a sus camaradas. Soy una especie de misionero de la obra de Rafael García Serrano, y estoy de ello bien orgulloso. Incluso necesito de la misma dosis de paciencia y tesón que el mas santo padre misionero -de los de antes, que los de ahora usan metralleta- para recuperar alguno de los libros que presto, como me ocurrió no ha mucho con un compañero de trabajo a quien cedí Plaza del Castillo, obra especialmente significativa para mí por razones puramente emocionales y personales, que les haré la merced de omitir. Por esos mismos motivos que nada tienen que ver con lo ideológico o literario- le guardo un especial cariño a Bailando hasta la Cruz del Sur.    Rafael García Serrano recibió el Premio Nacional de Literatura José Antonio Primo de Rivera, en 1943, por  La Fiel Infantería;  premio que no impidió que la novela fuera secuestrada por la pasión clerical de Gabriel Arias Salgado -el padre de los actuales- a indicaciones del arzobispo primado de Toledo. Como siempre -antes y después- el Régimen puso la cara y otros tiraron las piedras a su confortable sombra, que sólo abandonarían cuando fue mas confortable estar en contra. Aunque, por si acaso, sin retirar la mano.
    Y, como queda reseñado, el Espejo de España del año 1983, en cuyo jurado tomó parte D. Manuel Fraga, que fue el único que votó en contra de su concesión a Rafael García Serrano.
    Supongo que al maestro, con su amplia experiencia en persecuciones, denuestos y ataques ­¡tantos chaqueteros que nunca le perdonaron que fuera fiel!- le haría mas gracia que otra cosa.  Ni siquiera creo que le diera pena, porque él se conocía bien el paño, y no le podían coger por sorpresa los pequeños rencores y fobias de la derecha reaccionaria de siempre. Para reconocer y valorar la honradez, la inteligencia y la fidelidad, hay que ser honrado, inteligente -que no es lo mismo que memorión- y fiel; y eso no está al alcance de cualquiera, aunque se tengan millones para alquilar agencias de publicidad que intenten dar buena imagen al percebe de turno.
    Además del voto en contra del señor Fraga, Rafael García Serrano nunca obtuvo el Premio Nobel; ni estuvo -que yo sepa-, nominado para él. Lo cual me hace muy feliz, porque de habérselo dado al maestro, hubiera tenido que cambiar mi opinión sobre el mencionado premio. El Premio Nobel, como ustedes saben, es -particularmente el de Literatura- una palmadita en la espalda de aquellos que se han portado bien; de los que han sido buenos chicos y se han aprendido la lección: democracia liberal-capitalista a gogó; libertad a tutiplén y derechos humanos todos, en tanto que deberes personales, ninguno. Y unas gotitas de pornografía socializante, en función del tradicional progresismo escandinavo, porque allí -como aquí- y como ya dejara definido el propio Rafael en mas de una ocasión, para los progres, la libertad siempre acaba en el culo.    
 Rafael García Serrano, -de justicia es reconocerlo- nunca reunió esas condiciones, imprescindibles para recibir el Nobel. Nunca se sometió a los dictados de la inteleztualidad, que siempre es de izquierdas, claro. Nunca se plegó a la moda, y por eso resulta tan universal, dicho sea en el buen sentido, que no en el de ciudadano del mundo, esa cursilada que se inventaron los que no son capaces de comprender lo que es la Patria. Y nunca escribió para memos aborregados, que es la razón de que los críticos y criticones nunca le hayan jaleado, como acostumbran a hacer con los papanatas que pululan por los suplementos literarios de los periódicos.
    Tampoco fue elegido académico de la Lengua, con lo cual eso se perdieron la Academia y la Lengua española, y eso ganó Rafael, que se ahorró la asistencia al mortalmente aburrido conciliábulo. Y eso ganamos los lectores, porque el maestro -con la responsabilidad que le caracterizó siempre- hubiera entregado a la entidad del limpia, fija y da esplendor, un tiempo que habría hurtado a su creación literaria. Y esa sí que dio esplendor al idioma, y lo limpió de las telarañas de lo soez, zafio y grosero que tantos ilustres señores académicos le han puesto.
    En buena lógica, Rafael no podía estar en la Academia. Estaba -está su obra- muy por encima de ella.  La frescura, la ligereza, la vitalidad y vivacidad de su prosa y de su genio, nunca habría podido admitir las reglas encorsetadas de los embalsamadores del idioma.
    Otra faceta de Rafael García Serrano -y bastante olvidada, por cierto-, es la de guionista cinematográfico. Me perdí en los cines La Fiel Infantería -la película, digo- porque fue rodada en la época en que acababa de llegar a este mundo o puede que antes. Y luego, con la tecnocracia dominando en la vida nacional y proyectando su triste sombra gris sobre cualquier ilusión, no la han repuesto; al menos, no a mi alcance. El mismo Rafael nos contó en sus Dietarios que la película se había perdido en el viaje a unos estudios yanquis.
    No obstante, y tiempo después de haber comenzado a escribir estas líneas, conseguí no sólo ver la película sino obtener una copia en vídeo.
    Indescriptible, por supuesto, la emoción con que la vi. No obstante, me defraudó. Y no por la película en si, que está bien, sino porque no se parece en nada a la novela.
     La Fiel  -película- tiene el argumento de La Paz dura quince días; otra magistral obra de Rafael García Serrano sobre la epopeya del 36, pero que no es La Fiel, ni tiene su profundidad ideológica, ni su extraordinario estudio psicológico de aquella generación que decidió matarse porque quería vivir en paz de una vez.
    Está bien narrada la historia, sí; pero yo no esperaba aquello, sino el relato de los días primeros en Somosierra, con el alumbrado arrepentimiento de la convicción reciente de Mario, que poco antes nunca creyó que los españoles fueran a llegar a las manos. Con las horas perdidas de la parada del Norte, cuando el General Invierno daba tiempo a pasarse a Francia para mirar de lejos las luces y -realidad y símbolo unidos-, abonar de la más elemental forma la tierra de la nación que alquilaba balcones con vistas a la Guerra de España.  Esperaba el relato de la Academia de Provisionales de Avila  -carreramar  y  cientocatorce, orden abierto y problema de tiro en el cajón de arena- con la proclama gibelina del todavía cadete Ramón en una tarde de ventisca. Y el diagnóstico certero y asombroso -estás loco de abril, Miguél- al camarada que mira por la abierta ventana los fríos luceros de una noche invernal: Vienes de sus labios y hoy podría ser un veintiuno coronado por buenas estrellas de marzo. A veces, también yo he vuelto de unos labios sin saber si me había quedado allí.
    La Jura de Bandera y -último acto colectivo de la Academia- el Himno de la Infantería naciendo espontáneo de un tren atestado que se abre paso en la noche. Y luego el frente: las marchas nocturnas; las charlas en la chabola donde el alférez Ramón, misionero, define y explica -una buena liebre sobre la que tirar todos- la paz que llegará.
    Y el tren del hospital, con el sublime delirio del soldado enfermo que teme ser expulsado del cielo de los limpiamente agujereados, que ni siquiera reparan en él porque se ocupan en desgranar la letanía del combatiente. Y el patético Bienaventurados los que mueren con las botas puestas del que creía haber ganado el derecho a la muerte sobre el campo, y se enfrenta a la lenta agonía del hospital -sábanas limpias y aliento apestado, con la muerte trabajando como un buen funcionario que despacha su cotidiana tarea en el moridero- sin cruces, que no sin cruz; sin honores, que no sin honor. Sin una mano amiga que enjugue el sudor; sin una novia que con sus visitas llegue la primavera a una sangre que se hace otoño aunque presiente el día en que se hará rosal para otras manos de soldado; para otros ojos que verán la vida reflejada en los de una mujer.
    Comprendo que traducir en imágenes la soberbia prosa de Rafael García Serrano es imposible; y con La Fiel Infantería  si que se hace añicos el aserto de que más vale una imagen que mil palabras, porque ni un millón de imágenes puede suplir el retrato del alférez Ramón; el autorretrato del Alférez Provisional de Infantería Rafael García Serrano.
    Y no es -repito- que la película esté mal; pero es otra cosa, y me quedé como un niño al que le enseñaran un caramelo y no se lo dieran; como el joven que espera salir con una chica -por vez primera los dos solos- y ella aparece con dos hermanas pequeñas. Y repipis, como inevitablemente resultan todas las hermanas pequeñas en una situación así.
    Tampoco vi -sigamos el recuento-  Los ojos perdidos;  y si no hubiera sido por los comentarios del maestro en sus Dietarios, quizá ni me hubiese enterado de su existencia.
    Si tuve ocasión, en cambio, de ver Ronda Española. Y la aproveché, faltaría más. Fue en el cineclub de El Alcázar, donde también asistí a la proyección de Novios de la muerte, película -lo dice claramente el título- de tema legionario, que ya había disfrutado a poco de su estreno, algunos años antes. Lo que pasa es que en aquél tiempo -1974 ó 1975- yo no había oído hablar nunca de Rafael García Serrano ni -por supuesto- lo había leído. Y no por mi culpa, sino por obra de los ilustres autores de los libros de texto que estudié en el bachillerato. Para finales de 1982 o principios del 83 si que había oído hablar y -sobre todo- había leído a Rafael García Serrano. Por eso, cuando me enteré de que la pantalla del cineclub de El Alcázar reviviría la aventura de la Sección Femenina, nada me hubiera hecho perdérmela. Y eso que aún no había entablado relación con el libro, que estaba agotado y no vería otra edición hasta unos años después.
    Queda aún otra película con guión de Rafael García Serrano en mi cuenta personal:  A La Legión le gustan las mujeres,  de la que no tuve noticia hasta que un buen día la alquilé en un video club por simple curiosidad -aunque sin mucha ilusión- y me encontré la sorpresa de ver el nombre del maestro entre los guionistas. Aún me esperaba otra sorpresa mayor, y fue la de encontrar al propio Rafael García Serrano como actor, si bien en una aparición pequeñísima que hube de ver varias veces hasta cerciorarme de que efectivamente se trataba de él.
    En todas estas películas de Rafael García Serrano -en las últimas mas, porque ya estaba el enemigo en puertas, o dentro- se observa inmediatamente la carga ideológica y, sobre todo, ese estilo -forma de ser y de pensar- que marcó una época. Y uno de mis sueños preferidos -especialmente cuando sufro la bazofia anglosajona con que la televisión considera oportuno castigarnos- es la de llevar al celuloide -o a lo que actualmente se use- todas y cada una de las obras de Rafael García Serrano; hacer de cada novela una larga serie, para que no se pierda una sola frase, una sola palabra, un solo giro gramatical. Y prometo incluirlo en mi programa electoral, para que se enteren los analfabetos de litrona y porro de cual sería una auténtica política de protección a la cinematografía.
    Pero es en los escritos -novelas y artículos- donde se aprecia la enorme calidad literaria de Rafael García Serrano. Parecen escritas para él las palabras de Eugenio D'Ors a propósito de Quevedo:
   
         Para mi gusto, Quevedo es el primer escritor castellano. He dicho escritor. Hay clásicos y clásicos. Quevedo, como Fernando de Rojas, como Santa Teresa, como Góngora, dan la impresión de estar creando en cada momento el lenguaje en que se expresan. Los dos Fray Luis, por el contrario, parece que lo hayan recibido ya hecho y que lo soporten. Cervantes ocupa un lugar intermedio...
         ...¡Qué vocablos nerviosos y linajudos, como potros finos, los de Quevedo! ¡Qué rápidas y perfectas cópulas de sustantivos y adjetivos! ¡Qué salto de elipsis, qué trágica bacanal en el hipérbaton!... ¡Y aquél impulso frenético que fuerza las nociones vestales y es causa de que los mismos verbos intransitivos se vuelvan violentamente, prolíficamente transitivos!...
         En medio de esta orgía de fuerza brilla de pronto la inteligencia hecha malicia, con el frío resplandor de una navaja española en la revuelta confusión de un fandango popular.
    Pues pongan ustedes Rafael García Serrano donde dice Quevedo, y tengan por seguro que el mismo Eugenio D'Ors no tendría el menor inconveniente en firmar el cambio. Al menos, no creo que le importara la utilización que a sus frases doy para expresar lo que opino del maestro Rafael. Y mucho más que me gustaría decir, si fuera capaz de hacerlo. Lo que pasa es que no logro traducir en palabras todo lo que me hierve por dentro, y si fuera a repetir cada frase a la que encuentro un significado especial, esto se convertiría en una colección de citas de Rafael García Serrano. 
    No quiso el destino que se hiciera realidad el deseo de publicar algo de Rafael García Serrano en una revista dirigida por mí por la sencilla razón de que, cuando dirigí modestas publicaciones de partido, no tenía a nadie que me pudiera acercar al maestro; y cuando esa aproximación hubiera sido posible, no tenía publicación que dirigir. Circunstancias, abandonos y deserciones que ustedes sin duda recuerdan, dejaron a muchos españoles  -entre los cuales me encontraba- sin ninguna agrupación política donde prestar sus modestos servicios. Y para cuando Juntas Españolas decidió lanzar la publicación EJE, Rafael ya había muerto.
    Fue el día del Pilar de 1988: un día desgraciado a partir de ese año, se lo mire como se lo mire.
   Estas palabras que hoy transcribo fueron escritas para un libro-homenaje que Juntas Españolas pretendió lanzar para el segundo aniversario de la muerte de Rafael. Hubiera sido el año 1990, pero no fue ese año, ni ningún otro.
    Mientras estaba el libro en periodo de gestación, recibimos un consejo que nos hizo meditar bastante tiempo. Se trataba de dar a esta obra una envergadura mucho mayor, editándola con los mejores medios y contando con firmas que -se nos decía- aunque fueran políticamente opuestas a Rafael García Serrano, siempre habían considerado su valía literaria. Dudamos mucho, porque esta propuesta significaba realizar un homenaje a la altura que el maestro Rafael merece; pero nos temíamos que la aventura nos viniera grande. Por último, decidimos seguir la idea inicial.
    Mas modesta, rayando en la pobreza, pero mas nuestra. No teníamos dinero para pagar colaboraciones, ni pensábamos que mereciera figurar en éstas páginas quien pusiera precio a su homenaje. Por muy importantes que fueran las firmas que hubiéramos logrado incluir, no era eso lo que deseábamos. Queríamos hacer una tertulia de amigos; un fuego de campamento; una reunión de veteranos que, en una chabola de este frente literario y periodístico en el que nos movemos, recordaran junto a la hoguera al camarada que se fue.
    Rafael García Serrano fue siempre liberal, en el buen sentido de la palabra: en sus relaciones personales con aquellos que, aún pensando de forma distinta, tenían la honradez por bandera. Eso es cierto; pero una cosa es un trato educado y correcto, y otra muy distinta la amistad y la camaradería. Una cosa es respetar y darle la mano al adversario -al que se lo merezca, claro- y otra muy distinta darle un abrazo, llevarle a tu casa o presentarle a tu novia.
    En fin: quizá otros hagan un libro mejor, con mas aportaciones y más medios; otros, tal vez, lograrán un gran éxito editorial. Nosotros sólo queremos rendir un homenaje al camarada que se nos fue a los luceros. Queremos hacerlo a nuestro aire, a nuestro estilo. Con la solemne informalidad de una reunión de viejos soldados que comparten los recuerdos. Y el vino. Estamos seguros de que Rafael lo hubiera preferido así.
    Hasta luego, maestro. Quizá algún día me dejen pasar a verte un ratito, y podamos charlar de todo esto en el Paraíso que te has ganado a pulso. Ese Paraíso difícil, erecto, implacable, donde no se descansa nunca y que tiene, junto a las jambas de las puertas, ángeles con espadas. O con viejas máquinas de escribir, que también sirven para luchar por lo que uno cree, y bien que lo has demostrado.

viernes, 11 de octubre de 2013

SOBRE LA FIESTA.

Que cada año me parece menos nacional, pero que hay que celebrar porque a los paletos les joroba, y eso no tiene precio.

Estamos a un pasito de que todo reviente, mientras los tontos, los locos, los traidores, los cobardes  y los canallas siguen con su chiringuito. 

El individuo Mas avanza hacia el precipicio, y no tiene salida porque se encuentra entre la espada del rojoseparatismo que ha amamantado y la pared donde su presunta Catalunlla segregada se dará el bofetón. Pero en Vascongadas los filoetarras no le andan a la zaga, aunque la verborrea catalanista les esté haciendo el favor de que pasen más desapercibidos.

Y en todas las demás regiones, quien más, quien menos -peperos incluidos- tiran por la calle de en medio de pasarse al Gobierno de España por el arco de sus autonomías.

Así es que, para lo que gusten mandan, ahí tienen sonando el Himno de España -sin letra, que nunca la tuvo- y aquí me tienen a mí diciendo ¡Arriba España!

SOBRE EL DESAFÍO DEL ROJOSEPARATISTA.

El rojoseparatista Joan Tardà, diputado de ERC, que -dice La Gaceta- ha desafiado al Gobierno con respecto a la Ley de Educación del ministro Wert: "En Cataluña no aplicaremos la ley", ha afirmado este jueves el republicano e independentista, quien ha tildado al ministro de Educación, José Ignacio Wert, de "sectarismo", "clasismo", "nacionalismo", "irresponsabilidad" y "fanatismo".
 
No conozco la nueva Ley tanto como para hablar sobre ella, sus bondades -si las tiene- y sus defectos -que los tendrá-; no voy a defender al señor Wert, ni al Gobierno, ni al PP. Si voy a decir, sin embargo, que el señor Tardà debe estar algo desquiciado para hablar de sectarismo, de clasismo, de nacionalismo, de irresponsabilidad y de fanatismo. ¿Hay algo más sectario que enseñar a los niños que el Ebro -el padre Ebro de Hispania- es un río catalán que nace en tierras extrañas, y una Historia absolutamente inventada? ¿Hay algo más clasista que motejar de charnego al que no es separatista -porque el mote ya ha dejado de aplicarse al nacido en otros lugares exclusivamente-? ¿Tiene cara dura el señor Tardà para quejarse -aunque fuera cierto- del nacionalismo de otros? ¿Hay alguien más irresponsable que un separatista que amenaza con no aplicar las leyes aprobadas según las normas establecidas? ¿Hay algo más fanático que un ignorante que cierra los ojos a la realidad y se emperra en que su Catalunlla secesionista seguiría formando parte de la UE?
 
Pero cuando riza el rizo de la estulticia el señor Tardà, es cuando afirma que Franco intentó matar nuestra lengua y no lo consiguió. Necedad supina, que demuestra la foto de cómo se escribían las pancartas de salutación a Franco cuando visitaba Cataluña. También lo demuestran -salvo que ya hayan aplicado en su región la táctica del Miniverdad orwelliano de 1984- las hemerotecas, donde se encontrarán las reseñas de los premios literarios en lengua catalana desde los primeros años 40.
No obstante lo que antecede, diré que me parece bien que la Generalidad se niegue a aplicar la LOMCE. Y que -con el mismo rasero- el Gobierno de España deje de aplicar el Estatuto de Cataluña que -entérense de una santa vez- no es más que una Ley Orgánica del ordenamiento jurídico español.
 
¿Te enteras, Juanito?

sábado, 5 de octubre de 2013

SOBRE DOS TITULARES Y UNA CLOACA.

Hay veces -díganme ustedes si no les pasa- en que basta ver un titular de periódico para empezar a despotricar. 

Uno se espera ciertas cosas de ciertos amarillismos, y en tales casos sólo hay peligro de carcajada que nos obligue a explicarnos frente a los que nos rodean; en otros casos, sin embargo, la reacción está más cerca de enviar a tomar por el camino recto que a reirse.

Basta de introducción. Les voy a copiar dos titulares, y ya verán a qué viene todo esto.



La información básica es la misma -libertad condicional para el General Rodríguez Galindo-, pero la forma de anunciarla resulta un tanto diferente. 

Ahora -si ustedes no han tenido la curiosidad de visitar previamente los enlaces- les diré que el primero pertenece a La Gaceta, y el segundo a Público.

Gracias a Dios, otra noticia -esta vez de Alerta Digital- pone a cada cual en su sitio:


jueves, 3 de octubre de 2013

SOBRE LA "ORGANIZACIÓN DE ODIO".

Que es -según informa Alerta Digital- como considera el comunista Llamazares -no perdamos el tiempo ni malgastemos el teclado llamándole señor, puesto que no lo es-, a Alianza Nacional, cuya ilegalización ha pedido a la Fiscalía General del Estado.
 
La Fiscalía General del Estado, como procede en instituciones de su clase y ralea, ha abierto diligencias informativas preprocesales al respecto, y el Gasparín se congratula por ello, como no podía ser menos. A los eunucos carentes de gónadas les suele satisfacer que tiren otros las piedras.
 
Y todo esto, a cuenta de lo que llaman asalto a la librería Blanquerna, también llamado por los periódicos centro cultural, e incluso -véanlo en El País- sede de la Generalitat de Cataluña en Madrid.
 
Bien, vayamos por partes. Que yo sepa, y hasta donde los becarios de la prensa amarilla han garrapateado, en el asalto no se hizo nada en contra de los libros. Hasta donde los acojonados radiotelevisivos han dicho, no se interrumpió ningún recital poético, ninguna representación de tragedia griega ni de bodrio dramoseparatista. Hasta donde yo se, la Institución del Estado español llamada Gobierno de la comunidad autónoma de Cataluña no tiene competencias para establecer ningún tipo de organismo fuera del territorio cuya administración le encomienda el Estado. El español, evidentemente.
 
Por lo tanto, el asalto se produjo cuando en la librería, centro cultural o sede -ilegítima- de un organismo administrativo, se estaba desarrollando un acto de odio a España, y no tuvo más consecuencia que una más o menos leve irritación ocular por el uso de unos aerosoles de defensa personal, de esos que nuestra amada legislación prohíbe, pero que en cambio se venden libremente en multitud de establecimientos legales.
 
Dicho esto, debo añadir que a mí ese ataque me pareció no sólo inútil y -en los términos en que se produjo- fuera de lugar, sino contraproducente. Precisamente porque luego llega un hijoputa, y por una tontería sin consecuencias te monta una ilegalización. Ya puestos -pienso- que sea con motivo.
 
(Ojo, señor fiscal: en la literalidad de lo escrito no le llamo nada a nadie, ni animo a cometer ningún delito. Si usted lo interpreta a su gusto, empiece por explicarnos el motivo de considerar hijoputa a quien suponga, en su opinión, que va dirigido el apelativo, y por contarnos qué actividad podría merecer la pena de meterse en las harinas de su ministerio).
 
Por otro lado, lo mismo Gasparín que el fiscal se columpian peligrosamente. El hecho de que un militante o simpatizante de algún partido cometa una falta -ni siquiera delito- no puede nunca suponer una acción contra ese partido. Caso contrario, el PSOE, el PP, CiU, IU, etcétera, estarían ilegalizados hace años. Por ladrones, principalmente -en tu caso, Gasparito, aún recordamos todos con pelos y señales y televisión casi en directo a tu compinche Sánchez Gordillo robando en un supermercado-; pero también por prevaricadores, por cohechistas, por nepotistas, por discriminación ideológica y religiosa, por racismo, por delitos contra la libertad de expresión, por vandalismo, por proxenetismo, por gamberrismo, por amenazas, por colaboración con banda armada, por golpismo, por fraude electoral, por difamación, por injurias, por exhibición de símbolos anticonstitucionales y -casi no habría ni que decirlo, pero por asegurar- por agresión y por asesinato.
 
Y muestras de todo ello hay en la prensa. No tengo ahora mi archivo a mano, ni tiempo de rebuscar; pero si alguien lo duda le puedo enviar unos cuantos miles de enlaces para que coseche los que prefiera. (Al señor fiscal no; que los busque en las hemerotecas y se gane el sueldo, que para eso le pago).
 
Y después de todo esto -y aunque parezca que me llevo la contraria a mí mismo, cosa que a todos los seres humanos (humanos, digo) nos suele acontecer con frecuencia-, diré que, ya puestos, eso de la ilegalización de nuestros grupos -no pertenezco a ninguno, por lo cual me identifico en mayor o menor parte con todos los que de una u otra manera quieren una España mejor- no estaría mal. Nos obligaría a salir de la división en que nos suicidamos, nos obligaría a buscarnos la vida -y a defenderla-, y a dejarnos de paños calientes.
 
Tú, Gasparín, no sabes lo que estás pidiendo; y el fiscalito de tu cuerda, menos. Yo si, porque sé leer y ejerzo, y casi estoy por sumarme a la petición. Podría ser el principio del fin. Pero del fin vuestro.
 
 

martes, 1 de octubre de 2013

SOBRE UN PELIGROSO TERRORISTA.

Mi francés de bachiller -gracias a Dios y a mis profesores-, aún me permite entender razonablemente lo escrito en este idioma. Otra cosa es cogerlo de oído, función para la que mis orejas no están dotadas, y menos aún hablarlo.
 
Sin embargo, como decía, gracias a mis profesores de bachiller y COU -y en ningún caso a los de Universidad, que hicieron lo posible por fastidiarme lo que ya sabía- he podido comprender que a mi amigo Fernand CORTES de CONQUILLA -francés amigo de España y de la verdad que tiene la gentileza de dar cuenta de mis escritos en su página Le Pilori a la que tienen un enlace en la columna lateral-, la Gendarmería le ha entrado en casa, con amplio despliegue digno del más feroz terrorista, forzando puertas y maniatándole, y con la intención de hallar no se sabe bien qué material informático, a cuenta de algunos escritos publicados tiempo ha en su web.
 
Como muy bien explica él mismo, hubiera bastado con que le llamaran por teléfono para que abriese la puerta; pero entonces -digo yo por mi cuenta- no hubieran dado el espectáculo, que es lo que a ciertas gentes de uniforme democrático les gusta, amén de amenazar, intentar asustar y -dicho sea en español clarito- acojonar. Las gentes de uniforme democrático son iguales en todas partes, y también las gentes decentes solemos parecernos mucho, de manera que cuando cantamos las verdades no tenemos inconveniente en ofrecer los datos que se nos pidan. También la libertad de expresión es la misma en todas las memocracias, por lo que se ve.
 
En fin, este es un corto resumen de lo que cuenta mi amigo Fernand, para quien no tenga la suerte de entender algo de francés. Mi capacidad no llega a intentar una traducción completa, pero ahí tienen ustedes su escrito para que lo disfruten si pueden hacerlo.
 

* * * * *
 

Une intervention anti-terroriste en ce début d' automne à Valence d' Agen
 
Lundi 25 septembre 2013. Je me suis levé plus tard que d' habitude… vers 7 heures seulement car je me suis couché très tard. Comme à l' accoutumée, dès le saut du lit, je demande un envoyer-recevoir le courriel sur Windows Mail, je traite quelques courriels, je place la dernière lettre de Paix liturgique sur Le Pilori 2013-10 d' octobre, je fais un tour sur quelques pages internet dont les url m' ont été envoyées. La journée est calme, peu chargée et j' ai du mal à me réveiller dans la pénombre de la chambre dont les volets sont à peine entrouverts… au demeurant je ne suis jamais vraiment réveillé avant le midi divin… Je suis donc isolé au milieu de la maison, loin des voies publiques et à l' abri des éventuels  sons du quotidien.
 
Soudain, vers 8 heures, 8 heures et quart, c' est à dire vers 10 heures légales ou un peu plus tard, j' entends des vociférations incompréhensibles bien que réitérées à plusieurs reprises…  je suis toujours assis sur ma petite chaise en face à la petite table supportant mon pc portable… quelque peu étonné de ces hurlements et toujours endormi… devant l' insistance de ces hurlements aussi répétitifs qu' incompréhensibles, je lève un la tête pour jeter un coup d' œil vers la gauche entre les volets entrouverts et je constate alors une vive lumière venant d' une torche électrique jaillissant depuis l' obscurité de l' embrasure d' une porte derrière moi… toujours somnolant, j' y reste assez indifférent pensant à une connaissance à qui j' ai dû laisser la clef de la maison ce qui explique son arrivée intempestive à mon insu et en profitant pour me faire une farce… je commence à bredouiller je ne sais trop quoi…
 
C' est alors que sans me rendre compte de quoi que ce soit, je me retrouve à plat ventre le visage sur la moquette du sol, entravé, apparemment les mains menottées derrière mon dos sans comprendre ce qui se passe… certainement une plaisanterie très bien imaginée…
 
Au bout d' une vingtaine de minutes dans cette situation, je commence à me dire qu' il y a peut-être un vrai gendarme et sans doute plus de monde que je ne pouvais le penser… je me dis alors qu' ils font un exercice in vivo in situ… ce qui correspond au caractère facétieux des gendarmes de Valence d' Agen… au demeurant un quart d' heure après, le premier me place en position assise sur la moquette puis à ma demande sur la chaise… au demeurant, il s' agit d' un jeune, nouveau que je ne connais pas… un peu maladroit car il m' aide à me lever en me soulevant par les mains entravées dans le dos ce qui est un échec douloureux et me soutient ensuite par les épaules… j' en compte une demi douzaine dont 3 en civil dont deux femmes…  encore en pyjama, je ne suis guère présentable mais je n'  ai invité personne et je suis chez moi… une vingtaine de minutes s' écoulent et finalement, je suis libéré de mes liens et invité à m' assoir sur le lit… où finalement je m' étends sur le dos quelque peu amusé par le va et vient affairé des intrus…
 
Finalement, dans l' heure qui suit, la conversation s' engage peu à peu…l' une des femmes serait le capitaine de police Séverine Besse de la préfecture de police de Paris accompagnée d' une adjointe et d' un adjoint… deux jeunes gendarmes et un troisième bien plus âgé et très corpulent… tous trois de la brigade de Valence selon les dires du premier jeune… les voyant très soucieux de fouiner partout, je leur demande ce qu' ils cherchent en leur disant que, si cela existe dans la maison, je le leur indiquerai… en l' absence de réponse de leur part à tous, je réitère plusieurs fois ma proposition et finalement ils consentent à dire qu' ils cherchent du matériel informatique… je leur confirme donc que mon matériel informatique se trouve devant eux… ils continuent à chercher… je leur demande qu' est-ce qu' ils cherchent encore… toujours du matériel informatique… je leur confirme qu' il n' y en a pas d' autre… ils continuent à fouiner… nouvelle question de ma part… ils indiquent chercher des armes… je déclare n' avoir pas d' armes… ils cherchent toujours et insistent… nous cherchons des armes… je déclare alors une centaine de chars de combat Leclerc…. Et je m' apprête à ajouter un arsenal d' armes chimiques de destruction massive mais, devant le ridicule de leur insistance, ils passent à autre chose…
 
L' adjoint de police tripatouille mon pc portable… je lui indique qu' il n' y trouvera rien d' autre que ce qui se trouve sur Le Pilori et ses annexes… Les gendarmes me demandent alors si je ne les ai pas entendus sonner et cogner à la porte d' entrée place Sylvain Dumon et à la porte du garage allée des Fontaines, je réponds non car je suis toujours isolé à l' intérieur de manière à n' être au courant de rien de l' extérieur et qu' ils peuvent faire le test de leur bruit pour vérifier qu' ils n' entendent rien eux non plus… test qu' ils évitent de pratiquer… Les gendarmes m' indiquent alors qu' ils ont fait appel au serrurier d' un village éloigné pour pénétrer finalement à l' intérieur…  par effraction ainsi que je le souligne…  et ils rectifient soit-disant sur commission rogatoire ainsi que c' est la procédure… et je maintiens par effraction car tant la gendarmerie que le capitaine de police Besse de la préfecture de police de Paris disposaient de mon numéro de téléphone 06 04 08 46 36 auquel ils pouvaient me joindre pour demander l' ouverture… dans la mesure où j' étais présent à la maison car 8 jours plus tôt je n' aurai pu que répondre absent…
 
Vers 10 heures, c' est à dire 12 h légales, nous partons vers la brigade de Valence pour l' audition… le serrurier restant pour remettre en état les serrures… C' est l' adjoint de police spécialisé en informatique qui mène l' essentiel des auditions car il y a 4 commissions rogatoires…  la 1ère est relative à une plainte du sieur Peiclier Bernard ddfip des Alpes maritimes qui se plaint de la publication en annexe au Pilori d' une Citation directe au tribunal correctionnel à son encontre par mon Ami Louis GAIFFE, publication en date de fin novembre 2012 ; je sais que le sieur Peiclier avait déposé plainte au commissariat de Nice contre Louis GAIFFE à ce sujet et que cette plainte avait fini classée sans suite à Nice. D' où le dépaysement de l' affaire à Paris et la lettre du capitaine de police Besse de la PPP datée du 25 avril 2013, expédiée le 29 avril 2013 et reçue le 3 mai d' où ma réponse du même jour en ligne sur Le Pilori 2013-06 de juin http://www.midiassurancesconseils.com/Lepilori2013-06.htm et il paraît que cette réponse mienne du 3 mai n' aurait pas convenu au juge d' instruction… mais le capitaine de police Besse avait toutes mes coordonnées et téléphone pour me joindre en vue d' un complément d' informations mais sans nouvelles jusqu' à  l' intervention à mon domicile ce 25 septembre. L' audition ne fait que confirmer que Louis GAIFFE est bien l' auteur de cette citation et qu' elle a bien été diffusée à partir de cette fin novembre 2012… ce qui l' inquiète énormément au point de savoir si tout ce qui arrive au Pilori y est diffusé ce qui est confirmé à moins qu' il s' agisse d' infos météo de faible portée…
 
Une seconde commission rogatoire est relative à une plainte de Prycka Philippe percepteur de Marseille amendes au sujet d' un de mes courriels dans une affaire GAIFFE, courriel vieux de plusieurs mois qui ne lui a pas plu… justement ce courriel avait été écrit pour lui déplaire… courriel également en ligne sur l' édition correspondante du Pilori…
 
Une 3e commission rogatoire est relative à une plainte du sieur Cournet P qui se présente comme percepteur des amendes partout en France alors et qui est en fait l' imprimeur industriel de la dgfip à Meyzieu dans le Rhône à proximité de là où opérait un certain Barbie Klauss aux heures les plus sombres de notre Histoire…  mon courriel adressé à lui à Toulouse amendes vieux de plusieurs mois lui a aussi déplu certainement parce que n' y était pas mentionné son prénom Patrice qu' il dissimule volontiers derrière un P anonyme… Courriel également en ligne sur l' édition correspondante du Pilori…
 
La 4e et dernière commission rogatoire est due à une plainte de Peiclier Bernard du fait d' un de mes courriel vieux de plusieurs mois où je le qualifiais à juste titre de crapule comme le dgfip Bezard Bruno et ses ministres de Bercy entre autres du fait qu' il exigeait de Louis GAIFFE un second règlement de sommes déjà réglées par lettre-de »ux-chèques-manuels-en-euros-sur-la-banque-de-Polynésie-à-l'-ordre-du-trésor-public et dont Louis GAIFFE détient la preuve. Courriel également en ligne sur l' édition correspondante du Pilori.
Un  5e PV d' audition concerne la pénétration par effraction à mon domicile avec violation de la propriété privée et la perquisition ; contrairement à ce qui y est indiqué, les policiers ne m' ont présenté leur carte police qu' à la fin de la lecture de ce 5e PV et non pas à leur entrée dans les lieux ou dans ma chambre et au demeurant je n' ai pu y vérifier leur identité à plus d' un mètre… cette présentation m' ayant alors été faite car j' ai fait remarquer qu' à aucun moment je n' avais vu ces cartes…  cela n' enlève pas au fait que le capitaine de police Besse, commandant en chef de cette expédition, connaissait bien les dossiers en cause comme son adjointe au nom commençant par B et son adjoint Vincent Duchet.
 
Précision: au moins la première page de chaque audition pour ces 4 commissions rogatoires et pour le PV de perquisition a été obtenue par copier-coller du premier PV relatif à la 1ère commission rogatoire.
 
D' une manière générale, à partir du moment où j' ai été désentravé (au bout d' environ une heure) et hors de l' inutile saisie de mes deux pc portables (un très ancien de 2002 qui ne fonctionne presque plus et un second de 2008 qui fonctionne un peu plus mais très mal), les représentants des forces de l' ordre ont été corrects et plutôt attentifs quoique apparemment décontenancés par cette affaire, sa nature et les faits en cause. Aucun document relatif à la perquisition, à la saisie et à l' audition ne m' a été remis; il m' a été remis 3 clefs de la nouvelle serrure du 32 place Sylvain Dumon qui a été remplacée par le serrurier lequel a aussi remis en état la fermeture de la porte du garage 78 allée des Fontaines; cependant, l' œilleton de la porte 32 place Sylvain Dumon a été endommagé et non remplacé, les parties boisées de la porte 78 allée des Fontaines ont été endommagées à plusieurs endroits et non réparées (réparation impossible a priori), le ravalement du mur au coin supérieur gauche du 78 allée des Fontaines a été endommagé et la poignée d' une porte entre le couloir et la cour intérieure a aussi été presque entièrement détruite et non remplacée ; à ce jour je n' ai pas constaté d' autre dégât matériel et donc sous réserve de leur constatation ultérieure.
 
Depuis hier, Dimanche 29 septembre 2013 après midi, certaines images et certains faits n dont je n' avais aucune conscience jusqu' à alors et dont je ne m' étais point rendu à compte lors de leur survenance surgissent et m' apparaissent particulièrement inquiétants… Par exemple la pénétration par effraction à mon domicile par une multitude de forces de l' ordre équipées de gilets pare-balles (retirés à la brigade de gendarmerie de Valence d'Agen) lourdement armées quand il suffisait de m' appeler au 06 04 08 46 36 pour obtenir l' ouverture; ensuite celui qui était a priori le premier portant la torche et vociférant de manière incompréhensible brandissait apparemment un genre de fusil à canon scié sur lequel  devait être fixée la torche électrique en cause et derrière l' ensemble duquel il se dissimulait et le plus grave est que j' ai actuellement la nette impression qu' il ne maîtrisait aucunement son armement et que plus grave encore il était fort peu assuré de son action laissant apparaître une peur prononcée: il me semble qu' il s' agissait de l' un des jeunes gendarmes dans l' obscurité de l' embrasure de la porte derrière moi assis devant mon pc sur une chaise basse face à la table basse… enfin, et sans que cela soit limitatif en raison d' autres faits, la manière dont j' ai été mis à plat ventre et entravé relève d' un traitement particulièrement indigne et dégradant et ce d' autant plus grave qu' à aucun moment je n' ai manifesté aucun signe d' opposition, de rébellion ou de riposte ni même seulement d' hostilité ni même de mauvaise humeur. J' entends donc poursuivre en indemnisation l' état et le gouvernement -ministères de l' intérieur et de la justice- de ces faits.
 
Par ailleurs, l' intervention massive des forces de l' ordre équipées de gilets pare-balles et lourdement armées tant face au 32 place Sylvain Dumon qu' au 78 allées des Fontaines a provoqué des rassemblements massifs de personnes ayant pu légitiment penser que les forces de l' ordre agissaient ainsi face à un très dangereux terroriste bien plus nuisible qu' Ousama Ben Laden et d' autres ce qui porte gravement atteinte à mon honneur. Pour cette seule atteinte à mon honneur et pour la réparation des autres dommages matériels indiqués supra je demande une indemnité de 3 millions d' euros.
 
Fernand CORTES de CONQUILLA
En raie publique islamo-bananière francarabienne le 30 septembre 2013
 
 

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