Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 19 de mayo de 2011

SOBRE TONTOS, ESCOBAS Y EL GUERRA.

El Guerra no torero, sino... en fin, ya se lo imaginan.

El Guerra del "¡dales caña, Arfonso!", que ya ni siquiera se lo dicen así sino -lo dice El Plural, tan rojillo, así es que será verdad- citándolo por el apellido.

Y el Guerra va y da caña, que de eso vive desde que "Isidoro" lo enchufó de lengua viperina del PSOE, lo ascendió a Vicepresidente del Gobierno -antecedente digno de doña Teresa-, y lo cualificó de enchufahermanos.

Y va el Guerra y dice que "la derecha gana o pierde sin perder un voto, porque la derecha vota siempre ya sea a un tonto o una escoba".

Lo cual -aunque lo haya dicho el Guerra- es rigurosamente cierto, y ahí están los católicos de Misa y golpe de pecho, votando a los defensores de la Ley de Aborto de Felipe González; ahí están los que se consideran defensores de la unidad de España, votando a quienes tienen como meta apoyarse en los separatistas; ahí tienen a los que se dicen defensores de las víctimas del terrorismo, votando a quienes sólo van a las manifestaciones y actos cuando hay elecciones a la vista.

O sea, que el Guerra tiene razón cuando dice que la derecha vota a quien le pongan, "sea un tonto o una escoba".

Lo que ocurre, es que si alguien tiene por qué callar, es precisamente un socialista que vota a quien le pongan -y le lame las botas y aún otras zonas que por discreto callo-, sea tonto, escoba o zapatero.

SOBRE LA UNIFICACION DE DOÑA ANGELA.

La señora Merkel, que propone la unificación de vacaciones, días festivos, edad de jubilación y otras menudencias similares en todo el territorio de la UE.

Bien, doña Angela. Pero ¿qué le parece si empezamos unificando los sueldos?

Es sólo una sugerencia, ya me entiende. Otra podría ser que le dieran a usted seis céntimos que, -por si no cae en la cuenta- equivalen a dos duros.

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