Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 22 de octubre de 2021

SOBRE EL ANIVERSARIO.

El del fallecimiento de mi camarada Luis Tapia Aguirrebengoa, Coronel legionario, amigo, maestro, camarada.

No se qué decir a estas alturas que no haya dejado escrito en años anteriores. Ya he dicho que Luis era -es- un arquetipo del hidalgo español: señorial, firme, recto, siempre erguido ante la adversidad; fiel a sus ideas, a sus amigos, a sus camaradas y a sus soldados, que al cabo de los años le recordaban con admiración -y además con cariño- en comentarios de un foro legionario que encontré hace tiempo.

Este año, especialmente, la erupción volcánica de La Palma me recuerda a diario la enorme labor que hizo en sus queridas islas Canarias, recorriéndolas incansable para incrementar la actividad de Juntas Españolas en ellas y difundir nuestra revista EJE, cuyas páginas siempre se engalanaron con su firma.

Hasta tal punto fue generoso su esfuerzo y se vio recompensada su actividad, que hace ya unos años, en no se qué elecciones, el voto a partidos de corte nacional fue, en Canarias, casi el triple que en el resto de España. Y no dudo de que esos votos fueran dignamente ganados por los candidatos de esa citada convocatoria; pero tampoco dudo de que recogieron la semilla plantada por mi Coronel.

Luis Tapia Aguirrebengoa no llegó a ver el triunfo. Probablemente tampoco lo veremos muchos. Pero de él siempre se podrá decir que puso los cimientos para un mejor futuro de la España que tanto amó. 

Que Dios, Luis -amigo, camarada, maestro-, te de la primera fila en los luceros para ver la resurrección.





Publicidad: