Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 16 de agosto de 2012

USUREAR (por Arturo Robsy).

Hace veinte años que ya se oía, con sordina liberal, o sea, financiera, que España tenía demasiados festivos. Más que su entorno. Eso no era verdad y aún ahora Austria, pariente por bandera, tiene más que nosotros.

 

Pero la idea de amputarnos los festivos, ya dicha en voz alta por Rajoy, y trasladar los puentes a los lunes, que es liquidarlos. A esta luz financiera se ha aprovechado la festividad de la Asunción para dar precios: Cada festivo cuesta a la economía algo más de dos mil millones de euros, y ese es buen motivo para cargarse la mayoría de las fiestas en este estado de pobreza y hambre en el que andamos.… Un dinero precioso para pagar a los acreedores.

 

Es difícil precisar la conciencia del usurero más allá de la ley del máximo beneficio, sea el usurero persona jurídica o vaya por libre como persona física: si puede usurear lo hará porque la usura tiene la imaginación de un metro de platino-iridio: llega hasta donde puede y, donde no, el metro se convierte en miriámetro y sucesivos.

 

La usura nacional e internacional ha visto cómo España sigue pagando deuda cada vez más alta y cada vez mayor que la que tenía cuando empezó nuestra extracción. Y sabe que, céteris páribus, así seguirá, incluso si se le pide la total entrega de los cubiertos de plata o de la memoria del Padre Nuestro.

 

Empuja ahora por los festivos, que son unos catorce, pero si se rompe ese muro de contención de la tradición milenaria, nada impedirá que nos cuenten que, entre sábados y domingos, tenemos unos 108 feriados, que, a un coste de 2.000 millones de euros, suponen 200.000 millones que usurear, sin que eso suponga rebajar la deuda que, pagada con préstamos, seguirá aumentando hasta el hambre canina.

 

Y esto, que puede calcularse por la cuenta de la vieja, parece que los gobiernos no han visto o que, visto, lo han callado, porque es un gran negocio y no es cosa de sublevar al personal, ya pagano ya laboral.

 

De momento bien han marcado ya el objetivo: trabajar sin descanso para pagar al ladrón desconocido. Y van a ensayar un método brillante: el impuesto retroactivo, con lo que hasta nos impondrán por el oro que nacía en las Indias y era "en Nápoles enterrado".

 

Oiga, que me debe el IVA por lo habido en el Saco de Brujas. No faltaría más, señor. ¿No quiere nada por el Oro de Moscú, que bien que se movió?

 

Eso para el año que viene, españolito, que aún tiene que pagar por las quiebras del Estado de Carlos I y V, y por las del de Felipe II.

 

Es que ustedes, los españoles, trabajaron demasiado desde Sertorio y, además, Sertorios no les quedan. Ni Viriatos. Ni siquiera Don Rodrigos. Sólo ideas bufas del Siglo XVIII que les hacen creer que las deudas acaban pagándose. O condonándose. Y eso que tienen el ejemplo de la Deuda Histórica de las autonomías, que no descansa paguen lo que paguen.

 

Arturo ROBSY.

 

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