Que es la presidenta de Argentina por parte de consorte difunto, y que decidió ayer trincarle YPF a Repsol.
Vaya por delante que Repsol es una multinacional que de española sólo tiene, a estas alturas, el origen y parte -acaso ni siquiera mayoritaria- del accionariado. Por lo tanto, no es de recibo la postura de algún energúmeno cruzado de imbécil que reclama la intervención militar. Como si el caso afectara a la Soberanía Nacional, en vez de a una multinacional capitalista, y como si tuviéramos Ejército, Armada y Aviación.
Pero vaya por delante, también, que cuando Repsol compró YPF, a Argentina le vino de perlas, porque sin esa inversión aún estarían sin descubrir parte de los yacimientos encontrados, y no digamos ya de su puesta en explotación. Los detallitos sobre comisiones y trinques -véase el blog de mi camarada Rafa España- son otra historia.
Lo que ha hecho el Gobierno argentino es un simple robo a particulares, y como tal hay que verlo. Es una muestra más de la absoluta inseguridad jurídica en que se mueven los inversores extranjeros -que no es privativa de Argentina, ni mucho menos, y en España tenemos buenos ejemplos- y en la poca seriedad de los países gobernados por advenedizos, ladroncetes y tiranuelos de segunda, movidos por el interés momentáneo de su posición política y no por la visión de Estado.
Bien hubiera hecho doña Cristina Fernández en meterse antes en otras cosas, para dotar a su administración de la mínima seriedad. Por ejemplo, para conseguir que su país sea un receptor serio y solvente de correspondencia, pues actualmente -y desde hace muchos años- Correos no admite el envío de giros, al no poder dar seguridad de su llegada. Lo mismo pasa con los paquetes postales: se envían sin ninguna garantía de entrega.
Pero, dicho que Repsol es una empresa multinacional y que el tema corresponderá a los Tribunales Civiles Internacionales, también hay que decir que España no puede dar la callada por respuesta. Va en ello la dignidad nacional, mucho más importante que los intereses económicos, y no podemos tolerar que lo mismo que en la época zapateril era una ganga secuestrar barcos españoles, ahora sea un juego expropiar a empresas españolas.
Así es que, de entrada y a falta de conocer las medidas prometidas por el Gobierno del señor Rajoy, propongo que se aconseje a las empresas españolas que tengan inversiones en Argentina -BBVA, Banco de Santander, Telefónica...- la salida de aquél país; y que, caso de existir alguna deuda por parte de Argentina, se reclame el pago inmediato.
Y, por supuesto, que España exija a la Unión Europea -no ruegue, ni proponga, ni plantee; que exija- el bloqueo total y absoluto de las importaciones argentinas.
Me duele decirlo -hace pocos días pudieron ver mi recuerdo de la guerra de las Malvinas-, no sólo porque nací en Argentina, sino porque allí tengo familia y buenos amigos; pero, dejando a un lado mis sentimientos personales, España necesita sentar -con serenidad y sin histerismos, pero sin debilidad ni condescendencia- su lugar en la política internacional. Lástima que haya sido la inepta señora Fernández la que haya dado lugar al asunto.
3 comentarios:
Es terrible decirte que tienes la mas absoluta razon.Lamentablemente.
Tu camarada argentino ,cofrade Rafaelino(tu sabes de quien se trata )
¡Ole!
Todo son pulgas para el perro flaco. Me pregunto cuánto tardará el Mojamé en aprovechar la ocasión, que se la están pintando calva y sirviendo en bandeja.
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