Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 11 de diciembre de 2008

SOBRE UN COMENTARIO Y LA DIVISION AZUL.

Un comentario sobre la anterior entrada, a propósito del día de la Patrona, me invita a hablar sobre la División Azul, a la que cité como ejemplo de Infantería Española.
Sobre la División Azul hay tanto que decir, que sería imposible escribirlo aquí. Fue una gesta digna de las mejores épocas de España, en pie de igualdad con las campañas del Gran Capitán, y del César Carlos; y, más próximamente, con las de Filipinas, Africa y la propia Guerra Civil.
Aunque ahora se intenta slenciar y descalificar con inmundas falsedades sobre su orígen, lo cierto es que la inmensa mayoría de los voluntarios eran falangistas -de ahí el sobrenombre de División Azul, que oficialmente era División Española de Voluntarios-, que quisieron devolver la visita de los chequistas soviéticos que pastoreaban toda la morralla mundial en nuestra guerra.
A la División Azul le sucedió -cuando fue oficialmente retirada del frente- la Legión Azul, formada por los voluntarios que permanecieron en el combate hasta el final.
Para conocer la División Azul, se pueden leer todos los libros de Fernando Vadillo -uno de los mayores especialistas sobre el tema-; "División 250", de Tomás Salvador; "Ida y vuelta" de Antonio Hernández Navarro; "La Rusia que yo conocí", de Angel Ruiz Ayúcar; "La División Azul", de Saint-Loup... La lista es interminable.
Quien esté interesado, puede descargar "Morir en Rusia. La Division Azul en la Batalla de Krasny Bor", a modo de aperitivo.

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