Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 27 de julio de 2024

SOBRE LA AUSENTE GALLARDÍA OLÍMPICA.

No vi ayer la mascarada de apertura de los juegos olímpicos mas que a saltos. No vi, por tanto -en uno de esos saltos-, el paseíllo de la delegación española.

Hoy me encuentro la foto, en la que -bajo la bandera actual de España, que no lleva el escudo que a mi me gustaría, pero que sigue siendo la bandera de España- figura la palabra Spain.

Y miren, podría incluso entender que hubieran escrito Espagne, en el idioma del país donde se celebraba la ceremonia y se celebrarán las pruebas. Pero ¿Spain

Y esto, evidentemente, sin que ninguno de los, las y les participantos se negara a subir a ese barco, se negara a desfilar -más bien hacer el canelo- bajo ese cartel anglófono. Sin que ninguna autoridad española dijera que ya podían ir haciendo otro cartel y metiéndose ese por el camino recto, y menos aún retirando la participación española en el acto. Y, si me apuran, en los juegos.

Hoy, nada más ver esa foto en la prensa, me ha venido el recuerdo de una tarde en la que don Manuel Rodríguez, viendo en la plaza de toros de Méjico la bandera de la Segunda República, se negó a hacer el paseíllo hasta que la sustituyeran por la de España. La España por la que él combatió, voluntario de primera hora en su Córdoba natal.

Es el primer español, desde Cortés, que no ha hecho el ridículo en Méjico -dijo en aquella ocasión un hombre enemigo, Prieto, que estaba allí.

Otros tiempos, otros hombres. Y -a mi modo de ver- mejores.


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