Que no fiestas, aunque también lo marque así el calendario laboral, porque aquí de lo que se trata es de celebrar que nace Jesús, que nos nace Dios a todos y cada uno de nosotros.
Como es tradicional, quiero felicitar la Navidad; esto es, la Natividad del Señor, a los amigos conocidos y desconocidos. A los camaradas conocidos y desconocidos; conocidos todos, al fin, porque hijos somos de la misma madre España.
Quiero felicitar el nacimiento del Niño a todos los que, siendo españoles o -con más mérito- sin serlo, saben y sienten lo que es España; y quiero desearles -desearme- que el próximo año volvamos a tener la España que queremos, aunque no la merezcamos.
A todos los demás; a los que no saben lo que es España, ni lo sienten, ni les importa, no ha de extrañarles que tampoco a mí me importe una higa lo que sea de ellos. A los que no son mas que ciudadanos, o demócratas, o tolerantes, o cualquiera otra de las múltiples etiquetas idiotas, que les vayan dando. Y esta vez ni siquiera pido a Dios que me perdone por ello, porque ni estoy mínimamente contrito, ni tengo ningún propósito de enmienda.
A los que están dejando morir a mi madre España, a los que la están matando con su estupidez, su cobardía, su abulia, su necedad y sus topicazos de chinchín televisivo, no les puedo desear otra cosa. Únicamente a mis camaradas, a mis hermanos en España, les deseo una Feliz Natividad del Señor, y que Él -en Su misericordia- nos de Fe, Esperanza y buena mano.
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