Está de moda ser antiamericano, entendiendo por América esa no tan grande parte que cae entre Canadá y el Río Grande; o sea, los EE.UU.
No digo que no se lo merezcan, evidentemente, y escrito he dejado en las suficientes ocasiones que no me caen especialmente bien los matones de patio de colegio, los que quieren imponer sus gustos particulares a los demás, ni me agrada la arrogancia de los autonominados policías del mundo.
Lo que si me extraña, es que por el rechazo hacia esa arrogancia yanqui haya quien caiga en justificar las acciones criminales de Vladimir Putin, el más claro criminal de guerra desde que ese tipo penal se inventó en Nuremberg con carácter retroactivo para asesinar a los vencidos de la Alemania perdedora de la GMII.
Vean, si gustan, mi forma de entender las cosas en el artículo de El Correo de España.
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