Ya saben ustedes, esa misma Rita Maestre que se ganó un puestecillo de concejal -o concejala, o concejalo, a elegir- berreando junto a unas señoras, o señoritas, o... -vaya, ustedes imaginen- que no conocen otra forma de expresarse que luciendo lo que doña Rita denomina el torso desnudo, y el resto del mundo conoce por otro nombre que ustedes me permitirán omitir.
Haciéndolo -lo de berrear, digo, junto a las exhibicionistas- en una iglesia católica. Lástima que no lo hicieran en una mezquita, donde los varones islámicos las hubieran tratado como merecen.
En fin, a lo que voy: que ahora la señorita Rita -siento personalizar, pero es que ella es la cabeza visible de su partido- pretende que rotulemos las calles de Madrid en árabe, bengalí y wolof.
Y, si ustedes gustan, podrán ver que en El Correo de España propongo que lo hagamos también en arameo.
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