Porque eso, desterrar de la vida pública, enviar al ostracismo a un veinte por ciento de los españoles, es lo que propone Pedro Sánchez a Pablo Casado, a cambio de dejar de llamarle "fascista", que debe ser una cosa muy mala.
Nada, por otra parte, que no dijera ya Pablo Casado desde el primer momento, cuando se dio cuenta de que VOX no le iba a regalar nada. Fundamentalmente -pienso- porque Santiago Abascal debe haber entendido que sus votantes no van a admitir que se quede de comparsa. Para ser marioneta del PP, ya tienen al nauseabundo original.
En fin, entre truhanes y malandrines anda el juego, y si quieren leer mi opinión al respecto, en El Correo de España la pueden encontrar.
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