Bono que Sánchez y su presunto ministro de presunta cultura llaman "cultural", pero -ahí está el truco; ahí y en el soborno electoral, tan caro a nuestros políticos desde hace dos siglos-, que sirve también para "reconducir" adecuadamente las preferencias de los destinatarios, y dirigirlos a lo políticamente correcto; esto es: a la grosería, la zafiedad, la degeneración y la deshumanización.
Prueba de cuanto digo -en El Correo de España pueden verlo más detallado- es que la fiesta de los toros no queda incluida en las actividades culturales donde los jóvenes pueden gastar esa propina sanchista.
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