Habíamos pasado del abrazo indiscriminado -y en demasiados casos falso-, a no poder, al menos en las recomendaciones oficiales, ni darnos la mano, sustituyéndolo por un roce de codos absurdo y ridículo. Y ahora llega la OMS y nos dice que tampoco, que eso es demasiada cercanía.
Así es que, para colaborar con las autoridades, propongo una forma lógica, habitual en todo el mundo, razonable, que no requiere proximidad para resultar significativa.
Pasen, si gustan, a verlo en El Correo de España.
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