Un año más -y ya van 36- sin Rafael.
Rafael es -evidentemente, y más en este día-, Rafael García Serrano, cosa que cualquiera habrá adivinado sin necesidad de más pistas. Al menos, cualquiera que sea español de bien, aficionado a las buenas letras, amigo del humor fino y las verdades recias.
Rafael García Serrano es -sigue siendo- el mejor escritor en lengua española de todos los tiempos, con permiso de don Miguel y de don Francisco, los dos gigantes de las letras hispanas. Aclarado para camaradas y amigos despistados: Cervantes y Quevedo. Para el resto, toda aclaración es insuficiente, y no tengo hoy el día para desasnar percebes.
Otros años, Rafael, te he contado las aberraciones de la actualidad, las canalladas que sacuden a esto que ya no es España, porque me niego a pensar que pueda ser España esta mezcla de desvergüenza y cobardía, de podredumbre y falsedad, de ilegalidad y estulticia.
Fíjate, Rafael: este año, el cura Paco ha recibido al canalla Perico, y se habrán reído de los tontos que les siguen a ambos, y el cura Paco habrá callado sobre la persecución religiosa que los católicos padecemos en estepaís, y el sinvergüenza Perico habrá obtenido la bendición del hereje para seguir destruyendo la mayor obra humana alzada a la mayor Gloria de Dios, en Cuelgamuros.Otros años, Rafael, te he contado sobre esta sociedad aberrante, suicida y esperpéntica. Pero hoy no. Hoy sólo quiero decirte que te echamos de menos -¡cada vez más!-, y pedirte que, desde ahí, desde tu Lucero, nos eches una manita.
Siempre ¡presente!, Rafael.