Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 2 de enero de 2023

SOBRE LA MUERTE DE BENEDICTO XVI.

Fallecido el pasado día 31 de diciembre, como es sabido.

No es que tenga nada que decir al respecto, sino que deseo comunicarles la publicación de un artículo mío en ÑTV España, que ha tomado el relevo de El Correo de España.

También quiero precisar que se trata de la repetición de cosas que escribí en su día en mi blog, pero que demuestran -al cabo de casi 12 años- que entonces acerté un pleno en los vaticinios. Ahí tenemos el aborto a caño libre que entonces se vislumbraba, la eutanasia más o menos voluntaria que se proponía como medida humanitaria, la profanación del Valle de los Caídos y el abandono eclesial de la comunidad benedictina que lo atiende. No se ven -al menos, todavía no, pero todo se andará- la persecución religiosa, acaso porque la Jerarquía anda ofreciendo la cerviz y no levanta la voz más allá de condenar a "los católicos integristas".

No es que el vaticinio tuviera especial mérito, porque en aquél tiempo todos sabíamos lo que se nos venía encima. Al menos, todos los que tenemos cierto uso de razón y las agallas de ver las cosas como son, y esto lleva casi medio siglo demostrándose.




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