Arrojar la cara importa, que el espejo no hay por qué, es lo primero que se me vino a la cabeza cuando oí que el PP, de la manita de su presi don Pablo Casado, iba a cambiarse de Sede porque la actual está bajo investigación.
Si, lo reconozco: acordarse de unos versos de Quevedo para definir tontos de hogaño no debe ser muy común. La feroz huella del horripilante Bachillerato franquista, será.
En fin: si ustedes gustan, véanlo en El Correo de España.
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