Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 26 de agosto de 2021

SOBRE LAS TIORRAS.

Que, como cualquier persona medianamente culta sabe, es el nombre definitorio de las milicianotas prostibularias -las mismas protegidas de la pasionaria que el jefe del Quinto Regimiento, Castro, expulsó de esa unidad típicamente comunista "por putas"- que achuchaban a los milicianitos lejos del frente. En el frente los milicianitos bastante tenían con salir corriendo con el rabo entre las patas. Y a veces, dejándoselo atrás.

Sentado el término en su justo lugar gracias a un jefe comunista -en razón de lo cual espero que el señor fiscal de guardia (y también el censor de feisbú), no la tomen conmigo- díganme si no corresponde en plenitud a las pijoprogres que claman contra el cumplimiento la sentencia judicial que obliga a restituir su nombre a la calle del General Millán Astray.

Si gustan, vean mis razones en El Correo de España.





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