Existe -porque tiene que haber de todo- un elemento que se firma Jorge M. Reverte, y suele regurgitar en El País, como procede.
Este ente -acaso siguiendo el ejemplo zapateril de ninguneo de padre- ignora su apellido Martínez para usar el materno, Reverte. Para que no nos llame arcaicos, fachas, trogloditas -si es que sabe deletrear esta palabra- diremos que Martínez fue su progenitor A, y Reverte su progenitora B. O sus progenitores J y H, que no hay que ser tiquismiquis y a ver por qué me obliga usted a ser progenitor A, cuando a mí me gusta más la V, pongo por caso. O a ver por qué no pueden ser papijota y mamizeta, a elegir. O acaso es apellido compuesto, vaya usted a saber, pero ocultón.
Bueno, a lo que iba, que esto de seguir las iguales para hoy de doña Bibiana será políticamente correcto, pero gramaticalmente es un churro: que don Jorgito Martínez se empecina y encocora en firmarse Reverte, a ver si algún despistado le confunde con el escritor.
Aprovechando el tirón, el señor Martínez hoza en su zahúrda -la cochiquera de El País- y ayer nos obsequiaba -tal vez en el dominical, que ya se sabe que nadie lo lee salvo en el cuarto de baño, y dispensen la forma de señalar y calificar- con un extenso, prolijo e imaginativo articulo titulado La lista de Franco para el Holocausto.
Artículo en el que asevera que Franco mandó elaborar una lista de judíos -"los israelitas nacionales y extranjeros afincados en esa provincia (...) indicando su filiación personal y político-social, medios de vida, actividades comerciales, situación actual, grado de peligrosidad, conceptuación policial"- para ofrecérsela de regalo a Hitler, pero que más tarde se destruyó la documentación porque había que "justificar la patraña de que el régimen surgido del 18 de julio ayudó en todo lo posible para que se salvaran muchos judíos de la persecución nazi."
Por supuesto, la destrucción de la documentación sobre los judíos residentes en España es evidente, puesto que don Jorge Martínez ha tenido que pasar incontables odiseas para hallarlo... en el Archivo Histórico Nacional. Eso es ocultar las cosas, si señor, y da fe de la veracidad atribuíble a su artículo en general, y a su persona en particular.
Y todo ello, adobado con truculentas imágenes de falangistas malísimos, que se gastan un dineral en ricino y no tienen otra ocupación que darle palizas a la gente por la calle; con historias sobre la amistad entre el conde de Mayalde y Himmler, y covachas donde los falangistas escriben sin parar informes y fichas sobre todo el mundo.
Para mi, que este señor Martínez ha visto demasiado esa mierda de culebrón que han puesto, o ponen, en no se qué televisión -aunque imagino que será la oficial de este régimen- "amar en tiempos revueltos" o algo así, la llaman, donde se reflejan -dicen quienes la han visto alguna vez- todos los tópicos de los rojiprogres iletrados. O tal vez, lo que este señor "M." -él se lo dice, no yo- pretende es que le compren sus panfletos para la siguiente edición de la enciclopedia del Miniverdad. Véase Orwell (1984), una vez más. O el señor Martínez adjudica -cosas del subconsciente, que es muy suyo- sus aficiones propias a esos falangistasde guardarropía que inventa.
Pero como al señor "M." le deben pagar al peso; esto es, a tanto la palabra, prosigue su artículo. Y como no parece tener mucha capacidad todo lo que sigue son datos, no invenciones. Datos de las relaciones de otros países europeos con respecto a los judíos y a Hitler. Por ejemplo, dice que en Francia "hay muchos miles de judíos franceses o apátridas recluidos en campos de concentración en la zona de Vichy" -es decir, puntualizo por mi cuenta, la no ocupada- y que de esos campos "saldrán los trenes de la muerte que conducirán a casi todos los judíos franceses al exterminio en Auschwitz."
Y añade don Jorge apellidocapado Reverte: A finales de 1945, los archivos de los ministerios de Gobernación y de Asuntos Exteriores serán expurgados para que no quede nada que demuestre que la mayor actitud de piedad de Franco hacia los judíos fue dejar pasar a algunos, o soportar en ocasiones la acción individual de los pocos diplomáticos que se la jugaron por salvar vidas humanas. Los que en párrafo anterior cita: Sebastián de Romero, Eduardo Propper, Julio Palencia, Ángel Sanz Briz o Carmen Schrader.
Pero hombre, señor M., es que no creo que hubiese diplomáticos españoles en muchos más países en los que hubiera judíos y nazis a la vez.
En fin, iba a explicar otra vez que los tontos -o sea, tontos, lo que se dice tontos, con pedigrí de idiota, tontos con máster, tontos sumos- imaginan que con lo feroz que pintan a Franco, iba este a consentir que los embajadores se le subieran a las barbas salvando judíos si él no quería que lo hicieran. Esto no cabe en cabeza alguna, salvo -lo dicho- en la de los tontos. Iba a decir que los judíos residentes en España -si es verdad lo que dice el M., que visto lo visto cualquiera sabe- fueron apuntados en listas y se acabó, en tanto que los de la dulce Francia fueron llevados a Auschwitz.
Pero como el señor Martínez Reverte -como es obvio- no es capaz de entender los razonamientos, sino las antipatías, simplemente copiaré de Minuto Digital lo dicho de Franco por significativos judíos:
“El pueblo judío y el Estado de Israel recuerdan la actitud humanitaria adoptada por España durante la era hitleriana, cuando dieron ayuda y protección a muchas víctimas del nazismo”. Golda Meir en el Parlamento israelí, Knesset, el 10 de Febrero de 1959.
“Al régimen de Franco, aunque aliado de Hitler, no le complacían las violentas persecuciones antijudías. España dio refugio a numerosas familias judías, que huían del infierno nazi durante la Segunda Guerra Mundial. España había ido incluso más lejos: Madrid había autorizado a los cónsules españoles en Europa oriental y central a conceder pasaportes españoles a los judíos cuyos apellidos tuviesen una identidad histórica española, como Toledano, Bejarano, Castro, … lo que salvó a cientos de judíos, sobre todo en Rumanía, de la deportación hacia los campos de muerte hitlerianos”. Declaraciones a El País (1989) de Isser Harel, antiguo jefe del Shin Beth y del Mossad, los dos principales servicios secretos israelíes.
“El poder judío no fue capaz de cambiar la política de Rooselvetl hacia los judíos durante la II Guerra Mundial. El único país de Europa que de verdad echó una mano a los judíos fue un país en el que no había ninguna influencia judía: España, que salvó más judíos que todas las democracias juntas. Es todo muy complejo”. Shlomo Ben Ami, Ministro de Asuntos Exteriores de Israel y primer embajador de Israel en España, entrevista en Epoca, 1991.
“La España de Franco fue un refugio importante de judíos que se arriesgaron a venir, escapando de la Francia de la libertad, la fraternidad y la igualdad. No quiero defender a Franco, pero en la II Guerra Mundial muchos judíos se salvaron en España e ignorarlo es ignorar la historia”. Israel Singer, Presidente del Congreso Mundial Judío, entrevista de El Mundo, 2005.
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Transcrito lo cual, sólo me resta desearle a usted, don Jorge, que disfrute mucho mientras algún despistado le confunda con el escritor Arturo Pérez-Reverte, ya que sus habilidades con la pluma -estilográfica, la otra no sé- no llegan a lograr que se le parezca.
Este ente -acaso siguiendo el ejemplo zapateril de ninguneo de padre- ignora su apellido Martínez para usar el materno, Reverte. Para que no nos llame arcaicos, fachas, trogloditas -si es que sabe deletrear esta palabra- diremos que Martínez fue su progenitor A, y Reverte su progenitora B. O sus progenitores J y H, que no hay que ser tiquismiquis y a ver por qué me obliga usted a ser progenitor A, cuando a mí me gusta más la V, pongo por caso. O a ver por qué no pueden ser papijota y mamizeta, a elegir. O acaso es apellido compuesto, vaya usted a saber, pero ocultón.
Bueno, a lo que iba, que esto de seguir las iguales para hoy de doña Bibiana será políticamente correcto, pero gramaticalmente es un churro: que don Jorgito Martínez se empecina y encocora en firmarse Reverte, a ver si algún despistado le confunde con el escritor.
Aprovechando el tirón, el señor Martínez hoza en su zahúrda -la cochiquera de El País- y ayer nos obsequiaba -tal vez en el dominical, que ya se sabe que nadie lo lee salvo en el cuarto de baño, y dispensen la forma de señalar y calificar- con un extenso, prolijo e imaginativo articulo titulado La lista de Franco para el Holocausto.
Artículo en el que asevera que Franco mandó elaborar una lista de judíos -"los israelitas nacionales y extranjeros afincados en esa provincia (...) indicando su filiación personal y político-social, medios de vida, actividades comerciales, situación actual, grado de peligrosidad, conceptuación policial"- para ofrecérsela de regalo a Hitler, pero que más tarde se destruyó la documentación porque había que "justificar la patraña de que el régimen surgido del 18 de julio ayudó en todo lo posible para que se salvaran muchos judíos de la persecución nazi."
Por supuesto, la destrucción de la documentación sobre los judíos residentes en España es evidente, puesto que don Jorge Martínez ha tenido que pasar incontables odiseas para hallarlo... en el Archivo Histórico Nacional. Eso es ocultar las cosas, si señor, y da fe de la veracidad atribuíble a su artículo en general, y a su persona en particular.
Y todo ello, adobado con truculentas imágenes de falangistas malísimos, que se gastan un dineral en ricino y no tienen otra ocupación que darle palizas a la gente por la calle; con historias sobre la amistad entre el conde de Mayalde y Himmler, y covachas donde los falangistas escriben sin parar informes y fichas sobre todo el mundo.
Para mi, que este señor Martínez ha visto demasiado esa mierda de culebrón que han puesto, o ponen, en no se qué televisión -aunque imagino que será la oficial de este régimen- "amar en tiempos revueltos" o algo así, la llaman, donde se reflejan -dicen quienes la han visto alguna vez- todos los tópicos de los rojiprogres iletrados. O tal vez, lo que este señor "M." -él se lo dice, no yo- pretende es que le compren sus panfletos para la siguiente edición de la enciclopedia del Miniverdad. Véase Orwell (1984), una vez más. O el señor Martínez adjudica -cosas del subconsciente, que es muy suyo- sus aficiones propias a esos falangistasde guardarropía que inventa.
Pero como al señor "M." le deben pagar al peso; esto es, a tanto la palabra, prosigue su artículo. Y como no parece tener mucha capacidad todo lo que sigue son datos, no invenciones. Datos de las relaciones de otros países europeos con respecto a los judíos y a Hitler. Por ejemplo, dice que en Francia "hay muchos miles de judíos franceses o apátridas recluidos en campos de concentración en la zona de Vichy" -es decir, puntualizo por mi cuenta, la no ocupada- y que de esos campos "saldrán los trenes de la muerte que conducirán a casi todos los judíos franceses al exterminio en Auschwitz."
Y añade don Jorge apellidocapado Reverte: A finales de 1945, los archivos de los ministerios de Gobernación y de Asuntos Exteriores serán expurgados para que no quede nada que demuestre que la mayor actitud de piedad de Franco hacia los judíos fue dejar pasar a algunos, o soportar en ocasiones la acción individual de los pocos diplomáticos que se la jugaron por salvar vidas humanas. Los que en párrafo anterior cita: Sebastián de Romero, Eduardo Propper, Julio Palencia, Ángel Sanz Briz o Carmen Schrader.
Pero hombre, señor M., es que no creo que hubiese diplomáticos españoles en muchos más países en los que hubiera judíos y nazis a la vez.
En fin, iba a explicar otra vez que los tontos -o sea, tontos, lo que se dice tontos, con pedigrí de idiota, tontos con máster, tontos sumos- imaginan que con lo feroz que pintan a Franco, iba este a consentir que los embajadores se le subieran a las barbas salvando judíos si él no quería que lo hicieran. Esto no cabe en cabeza alguna, salvo -lo dicho- en la de los tontos. Iba a decir que los judíos residentes en España -si es verdad lo que dice el M., que visto lo visto cualquiera sabe- fueron apuntados en listas y se acabó, en tanto que los de la dulce Francia fueron llevados a Auschwitz.
Pero como el señor Martínez Reverte -como es obvio- no es capaz de entender los razonamientos, sino las antipatías, simplemente copiaré de Minuto Digital lo dicho de Franco por significativos judíos:
“El pueblo judío y el Estado de Israel recuerdan la actitud humanitaria adoptada por España durante la era hitleriana, cuando dieron ayuda y protección a muchas víctimas del nazismo”. Golda Meir en el Parlamento israelí, Knesset, el 10 de Febrero de 1959.
“Al régimen de Franco, aunque aliado de Hitler, no le complacían las violentas persecuciones antijudías. España dio refugio a numerosas familias judías, que huían del infierno nazi durante la Segunda Guerra Mundial. España había ido incluso más lejos: Madrid había autorizado a los cónsules españoles en Europa oriental y central a conceder pasaportes españoles a los judíos cuyos apellidos tuviesen una identidad histórica española, como Toledano, Bejarano, Castro, … lo que salvó a cientos de judíos, sobre todo en Rumanía, de la deportación hacia los campos de muerte hitlerianos”. Declaraciones a El País (1989) de Isser Harel, antiguo jefe del Shin Beth y del Mossad, los dos principales servicios secretos israelíes.
“El poder judío no fue capaz de cambiar la política de Rooselvetl hacia los judíos durante la II Guerra Mundial. El único país de Europa que de verdad echó una mano a los judíos fue un país en el que no había ninguna influencia judía: España, que salvó más judíos que todas las democracias juntas. Es todo muy complejo”. Shlomo Ben Ami, Ministro de Asuntos Exteriores de Israel y primer embajador de Israel en España, entrevista en Epoca, 1991.
“La España de Franco fue un refugio importante de judíos que se arriesgaron a venir, escapando de la Francia de la libertad, la fraternidad y la igualdad. No quiero defender a Franco, pero en la II Guerra Mundial muchos judíos se salvaron en España e ignorarlo es ignorar la historia”. Israel Singer, Presidente del Congreso Mundial Judío, entrevista de El Mundo, 2005.
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Transcrito lo cual, sólo me resta desearle a usted, don Jorge, que disfrute mucho mientras algún despistado le confunda con el escritor Arturo Pérez-Reverte, ya que sus habilidades con la pluma -estilográfica, la otra no sé- no llegan a lograr que se le parezca.
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