Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 3 de abril de 2018

SOBRE LA EXPOSICIÓN UCRÓNICA.

Según la Real Academia Española de la Lengua, ucronía es la reconstrucción de la historia sobre datos hipotéticos.

Así es que dígamne si no es puramente ucrónico celebrar una exposición con el nombre de no pasarán, cuando hace dos días se cumplió el septuagésimo noveno aniversario de haber pasado. Es lo que tiene estar fuera de la realidad, pensar que los hechos se pliegan al particular deseo, creer que con los tópicos van a cambiar lo que fue. 

Pero, dejando a un lado la ucronía -que en casos como este raya el esperpento- son especialmente significativas dos frases.

La una, de la alcalda -que no alcaldesa- de Madrid, señora Carmena, que ha dicho que los madrileños -y no se olvide, señora alcalda, de las Brigadas Internacionales, reclutadas en los peores burdeles del ancho mundo- combatían por la legalidad, porque a veces se nos olvida quienes eran los rebeldes.

A mis camaradas de la época, por cierto, les encantaba oírse llamar rebeldes, como a cualquier joven que se levanta contra la iniquidad. Pero, señora Carmena, seamos serios: los rebeldes contra la legalidad serían, en todo caso, los que de unas elecciones municipales perdidas se sacaron una república sólo para los de izquierdas.

Otra frase proviene de la señora Colau, alcalda de Barcelona, que -como corresponde a su comunismo trasnochado y arcaico- ha pontificado que es imposible ser demócrata sin ser antifascista.

Lo cual, tomado a la inversa, significa que cualquiera que no sea corrupto, cohechista, mentiroso, traidor, vago, vividor, sinvergüenza, ha de ser forzasamente fascista.

¡Usted si que sabe, doña Ada!


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