Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 23 de diciembre de 2010

SOBRE LA MOVIDA SINDICAL MURCIANA.

Donde los ajustes económicos del Gobierno regional -del PP- ha provocado -véase El Mundo o La Gaceta- las iras de los funcionarios que, encabezados por doña Begoña García, la candidata socialista para presidir esa comunidad, y sindicalistas varios, ha agredido a dos barandas del Partido Popular local y montado una trifulca de consideración.
Y a mi no me parece mal que los funcionarios asaltados por decreto -o los parados, o los contratados por horas, o los famélicos, los de verdad, no los de Internacional chinchinera- les sacudan un par de soplamocos a los gobernantes inútiles, manirrotos, topiqueros y sinvergüenzas.
Tanto es así, que el ejemplo de Murcia me ha producido una indecible felicidad, a la espera de que se repita lo mismo -vapuleo de altos cargos, asalto a las cámaras legislativas- aquí en Madrid, en la mismísima jeta de señor Rodríguez.
¡Hala, comisionistas, ugeteros, ánimo: la Moncloa y la Carrera de San Jerónimo os esperan!
Y yo también. Pero sentado.

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