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miércoles, 19 de diciembre de 2018

SOBRE LA PROPAGANDA DE VOX.


Que sigue siendo la gran fuerza a batir, el enemigo irreconciliable, el coco y la bruja piruja de los partidos políticos, de los periodistas mercenarios y de los tetulianos (no es errata) a sueldo.

Uno comprende que para los rojos, rojillos, rojetes y rojazos, un partido que se propone hacer exactamente lo que pide el ciudadano sea mala compañía; uno entiende que para liberales, liberalitos, liberaletes y liberaloides, un partido que no se pliega -al menos sobre el papel- a decir que todo vale, que nada es seguro, que todo depende, que ya se verá (que es el gran dogma del liberalismo), y propone ideas claras, no es buen compañero. Uno admite que para los periodistas y tertulianos y otra gente que vive del cuento, un partido que no comulga con las gilipolleces políticamente correctas de los tópicos y los estereotipos, no es agradable.

Uno entiende, en fin, que para los peperos Vox es la bicha y mejor ni mentarla, porque se nos lleva la clientela que creíamos tener enjaulada; que para los niellossabequecoñoson de Ciudadanos, Vox es la sombra de lo que quisieron ser y no llegaron o, por mejor decir, son lo que sus votantes quieren que Ciudadanos sea, y los mandamases no se atreven porque lo suyo es nadar y guardar la ropa. Mucha ropa.

Uno entiende que para la distinta gradación de rojos -desde la ultraizquierda del PSOE hasta los estalinistas de Podemos, pasando por los anarcoidiotas varios y analfabetos- Vox es lo que ellos llaman ultraderecha, porque no tienen ni puta idea de nada ni se les ocurre otra forma de intentar asustar a los votantes. ¡Que viene el fascismo! es la gran conseja para asustar a los tontos que no piensan, pero votan.

Y todos ellos arremeten contra Vox, dispuestos a llegar -caso de los de Ciudadanos- a las más rocambolescas carambolas para dejarlos fuera. O -caso del PP- a ningunearlos, metiendo la cabeza en la urna de la ignorancia para no darse por enterado de que Vox existe. O -caso de periodistas y tontulianos- quejándose porque Vox exista.

Y todos ellos -sin darse cuenta, porque son así de tontos- le están indicando con su actitud al ciudadano que vota y está harto cual es el camino que debe seguir. Le están diciendo que si quiere que las cosas cambien, no vale votar al PP, ni a C´s, ni al PSOE, ni a Podemos, ni a las muchas mierdas que llevan adheridas. Que el único camino que le queda al ciudadanito votante y callante para cambiar algo, es Vox.

Y también están diciendo que para ellos el ciudadano votante no vale para nada. Que si el ciudadano votante elige una opción distinta a la que mandan los amos del sistema, su voto no cuenta. Que si el ciudadanito votante y callante se atreve, por una vez, a hablar en las sacras urnas, y dice algo que no le gusta a los amos, su voto no debe tenerse en cuenta.

Porque esto es lo que PP, Ciudadanos, rojos varios, periodistas mercenarios y tertulianos a sueldo, le están diciendo al 11% (once por ciento) de los votantes en las pasadas elecciones autonómicas andaluzas, y quizá la forma de que los corruptos de un sistema de por sí corrupto se bajen del limbo, sea votar a quienes no desprecian su voto.

Que no es -vaya por delante- mi opción; pero sin duda es la que más daño puede hacer a esta memocracia de mierda, donde los partidos políticos desprecian y los periodistas regañan a uno de cada diez ciudadanos por elegir libremente.



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