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viernes, 18 de julio de 2025

SOBRE ESTE 18 DE JULIO.

Iba a escribir algo a propósito de la fecha, pero a estas alturas ya no se si, caso de hacerlo, me vendrán a expulsar de alguna de sus múltiples comunidades los que hasta ahora había tenido por camaradas.
Los sigo teniendo, porque soy de natural terco -incluso cabezota, y a mucha honra- y lo que aprendí hace medio siglo no lo voy a cambiar ahora, cuando ya probablemente no tengo tiempo de  aprender cosas nuevas. Ni maldita la falta que me hace.
Pero se que ahora mismo, si yo digo lo que llevo diciendo ese medio siglo, más de uno me va a tocar los insonoros, y lo mismo -en una reacción poco adaptada a la nueva realidad- renuncio por un momento a lo que me enseñó mi primer Jefe de Distrito en Fuerza Nueva, allá por el 1978: que todos los que llevamos la camisa azul somos hermanos, y que jamás se levanta la mano, ni la palabra, contra una camisa azul. Independientemente de las siglas bajo las que cada cual intente servir a España.
No tengo muy claro que ahora lo de servir a España sea lo primero. Tampoco tengo nada claro que queden muchas camisas azules donde yo las encontré hace casi cincuenta años. Creo que han pasado a posiciones que, en mi época de entonces y en mi consideración de ahora, no son las mías. Los demás que vayan a donde quieran, pero creo que ya no puedo considerarme camarada de los que no hace mucho tenía por tales.
Y yo no he cambiado. Sigo donde he estado desde el 22 de Noviembre de 1975; el día en que el asco por el comportamiento de los vivos me dio a conocer la importancia de los muertos. Pero quizá ocurre que los camaradas que yo conocí ya están en su mayoría junto a aquellos muertos que yo sigo viendo en los luceros, aunque los referentes actuales de la ortodoxia los hayan expulsado de ellos. Y quizá ocurre que sea mi hora de irme con ellos, con los míos, porque ya no queda sitio para mi entre los que llevan la misma camisa, pero no las mismas ideas.
Tal vez eso sea todo: que ya estoy de más, que lo mejor que puedo hacer, mientras no deje de molestar definitivamente, es quedarme en mi rincón, calladito, sin causar problemas.
Y cuando Dios quiera, irme con los míos. Con los que tampoco han cambiado, aunque los quieran "reinterpretar." Como si lo que ellos dijeron, lo que ellos hicieron, necesitara interpretación casi un siglo después. 
Hoy es 18 de Julio, y hace 89 años que España se resistió a morir y se levantó contra los rojos internacionalistas de obediencia soviética. Hoy obedecen a los terroristas baskos -que no vascos, no confundir-, a los golpistas separatistas catalanes, y a los reyes de países extranjeros que -según cada día parece más claro- tiene cogido al presidente de este simulacro de gobierno por las gónadas. Si es que tiene.
Hoy es 18 de Julio, y hace 89 años de que una parte de los soldados españoles, y muchos miles de voluntarios civiles, se levantaron contra la tiranía de un gobierno vendido al comunismo soviético de una Rusia que -entonces como ahora, aunque los que fueron mis camaradas la consideren hoy su meca y rindan pleitesía al padrecito Vladimir- era más inaceptable por su carácter "asiático, torvo, amenazador" (1) que por el simple comunismo. La Rusia de hoy sigue siendo esa ola de barbarie asiática, torva y amenazadora, y no hay más que ver cómo manda sus propios soldados a la muerte sin material adecuado, cómo es incapaz de dar a su material de guerra el mantenimiento que lo haga seguro para sus propios combatientes, cómo sigue siendo ese estado criminal que manda oleadas desarmadas para que los de segunda fila cojan las armas de los de la primera cuando los maten, según vieron y contaron mis camaradas de la División Azul.
Pero esto ya no es asunto mío. Que cada cual elija a sus referentes donde quiera, y que incluso los proponga como ejemplos aunque sean lo que sus camaradas caídos combatieron. A mi ya se me han acabado las ganas de escribir, porque se que ni voy a convencer al enemigo -no adversario, no;  ya es enemigo, y está acabándose el tiempo de las palabras-, ni van a estar de acuerdo los que tenía por amigos. 
Ahora, los que eran los míos son prorusos, propalestinos, proterroristas, proimperialistas. Rechazan el imperialismo yanqui, que tiene mala fama, y aplauden el ruso, cada vez más soviético, y torvo, y amenazador. Tachan de criminal la ayuda yanqui al Estado de Israel, y animan a los terroristas islámicos herederos de la manipulación soviética en los países árabes que los convirtió en campos de entrenamiento para -sin ir más lejos-, los etarras que ahora nos gobiernan. Son antisemitas, pero están contentos y felices con la "desnazificación" de Ucrania por parte del padrecito Vladimir. 
Y muchos de los que siempre he tenido por camaradas no me han considerado así, por mi respeto y defensa del Caudillo de España, Francisco Franco. Siguen hoy instalados en el antifranquismo, quizá para que el enemigo les perdone los crímenes de haber creado la legislación laboral más avanzada del mundo en su momento -Fuero del Trabajo-; haber creado la Seguridad Social -esa que los necios afirman que no existía hasta que llegó Felipe González-; haber colaborado en la revolución económica que llevó nuestra Patria a las cotas mas altas de bienestar popular conocidas. En todo ello colaboró la Falange -Pedro González Bueno, José Antonio Girón de Velasco-, junto con otros grandes españoles de tendencias diferentes. Pero hay que renunciar a ello porque el Jefe del Estado era Franco.
No lo entiendo, ni lo voy a entender. Tampoco lo voy a discutir, porque no merece la pena que algún sarcasmo de los que a veces aún sé colocar, alguna ironía que todavía a veces me surge, me haga herir a un antiguo camarada. No quiero faltar a mi compromiso de medio siglo levantando la palabra contra una camisa azul.
Y acaso sea, como decía, mi hora de despedirme. Aunque alguna vez me reviente la ira y me obligue a expresarla en unas líneas o en unas frases. Aunque algún día quiera rendir un homenaje a mis camaradas, y ofrezca en su memoria lo que buenamente Dios me permita escribir. Aunque cuando vea algo más cerca la hora de irme con los míos, quizá escriba algo que algún amigo me hará el favor de publicar cuando ya no esté. O quizá no encuentre quien lo haga, y si alguien acaba casualmente por aquí dentro de un tiempo, no sabrá nada del que escribió estas palabras.
No importa. No he hecho en mi vida nada útil ni digno de recuerdo. Sólo he sido fiel a mis camaradas, a mis maestros y a mí mismo. Y a mi Patria.
¡Arriba España!

___________
(1)  José Antonio Primo de Rivera.
Discurso de Clausura del Segundo Consejo Nacional de La Falange 
(Cine Madrid, de Madrid, el día 17 de noviembre de 1935) 

lunes, 14 de julio de 2025

SOBRE EL RACISMO DE LOS ODIADORES.

Dicen los periódicos y las radios que lo que ocurre estos días en Torre Pacheco es culpa de la ultraderecha. También lo dice el señor Grande-Marlaska, y para defender su tesis ha mandado a la Guardia Civil, luego esta es la verdad oficial que nos endilgan los medios de manipulación social sin el menor empacho.

Dicen los periódicos y las radios -especialmente la de los Obispos, siempre tan guardaropista y tan proclive al esclavismo- que la ultraderecha se ha movilizado a través de las redes sociales para "la caza del inmigrante." Alaban los periódicos y las radios que hay -a las 16 horas de hoy- ocho detenidos, cinco españoles y tres "magrebíes."

Peroran los todólogos que los marroquíes de la zona son gente honrada y trabajadora, aunque a alguno se le escapa que los de "segunda generación" es cierto que están por la calle sin hacer nada y se dedican a "sus cositas, su trapicheo..." Omiten los hijos de todóloga, entre esas "cositas", la de pegarle una paliza a un español de cierta edad -no diré anciano, porque es poco mayor que yo, y se me hace difícil- por el simple gusto de hacerlo.


Omiten que el Ministro del Interior envía la Guardia Civil para perseguir a los españoles, que son muy malos y muy racistas, y defender a los moránganos que son pacíficos, y buenas personas, y trabajadores. Salvo cuando se ponen en la plaza del pueblo a trapichear y a pegarle a los viejos del lugar, claro.

Omiten los canallas de la prensa y la radio que se trata de una simple autodefensa, que si vienen de fuera a pegarte, o te defiendes o te joden, aunque los curas cobardes y los alcaldes vendidos -acabo de oír al alcalde y al cura (uno de los que habrá, supongo) de Torre Pacheco en la emisora de los Obispos, siempre tan xenófila- anatematicen a los que van a defender a los que ellos no tienen agallas.

Y ellos, como buenos esclavistas, como gentuza que no puede vivir sin inmigrantes ilegales a los que dar preferencia sobre sus ciudadanos y sus feligreses; como sinvergüenzas que trapichean con las subvenciones, las ayudas y las oenegés trinconas de fomento del delito; como canallas que temen la reacción del pueblo español, ni siquiera se dan cuenta de que no saben ni lo que dicen.

Porque a los muy necios no se les cae de las linotipias y de las ondas las acusaciones de "racismo." Pero, vamos a ver idiotas: ¿de qué raza son los "magrebíes"?  Vosotros, imbéciles de topicazo y estereotipo, ¿sois capaces de distinguir a cinco metros un marroquí de un madrileño?

Pues así todo: no tenéis ni puta idea de nada, pero sentáis cátedra y manipuláis a los que os leen o escuchan para que no se les ocurra renunciar a lo políticamente correcto y piensen por su cuenta. 

Así sois, hijos de la gran puta. Os han marcado a fuego en el anca lo del racismo y lo del odio, y vosotros lo repetís con fruición de canalla y lametón pedigüeño, sin saber lo que estáis diciendo.




sábado, 12 de julio de 2025

SOBRE MANOS BLANCAS MUY SUCIAS.

Cúmplese, según cuenta la prensa, el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco por ETA, la misma que gobierna hay en Estepaís que ya no es España a través del socialismo criminal y zafio.

Como me temo que la visión edulcorada y propagandística de la prensa volverá a mentir al respecto -como al mes siguiente del asesinato, nada nuevo bajo el sol-, a continuación transcribo el artículo que publiqué en La Nación en aquellas fechas.

Creo que ya ando recordando viejas historias cual abuelo cebolleta. Pero la culpa no es mía -al menos no sólo mía- sino de los que nos quieren convencer de lo buenos que eran los tiempos idílicos en que había democracia y constitución. Como si alguna vez lo hubiera habido y alguien lo hubiera respetado.

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LA NACIÓN - Núms. 254-255 


Sobre la frase 

El pueblo español, a raíz del asesinato de Miguel Ángel Blanco Garrido, ha protagonizado una de las más impresionantes manifestaciones de dolor y de ira. Y de impotencia.

Impotencia, porque al pueblo español lo han domesticado, adiestrado en la dialéctica de los lemas insulsos (lo que los políticos llaman slogans) y de los pareados ripiosos.

Así, una de las frases más celebradas, más repetidas en los resúmenes televisivos, más jaleadas como muestra de la determinación popular, más aplaudida y difundida, como queriendo que se grabe bien incluso en las molleras más duras, ha sido la de ETA, escucha, aquí tienes mi nuca. Esta frase nació en la Puerta del Sol de Madrid. En el mismo escenario donde la Policía repartió estopa allá por el 79 a los que no gritábamos aquí tienes mi nuca sino contra ETA, metralletas, pareado igualmente ripioso, lo confieso, pero que demostraba un talante radicalmente distinto. Un talante que molestaba al Gobierno ucedarra, no sé si porque temía que el pueblo se hartase y tomara la determinación de hacerse la justicia que nadie le hacía —ni le ha hecho después— o porque les daba envidia no tener los arrestos de el más anciano de aquellos manifestantes.

Me ha causado, debo decirlo, una enorme impresión ver a decenas —acaso cientos— de personas, generalmente jóvenes, ofreciendo su nuca, arrodillados y con las manos tras de la cabeza, en actitud de cordero presto al sacrificio.

No puede caer más bajo el orgullo, la dignidad, la gallardía de un pueblo, que se ofrece a morir de rodillas porque ni siquiera ha pensado en combatir de pie. 

Que ha perdido el instinto de supervivencia, o acaso eso otro que diferencia al toro bravo del cabestro.

El pueblo español se ha convertido, definitivamente, en una lengua sin manos.


Sobre la esterilidad

La de todas aquellas manifestaciones, concentraciones, lazos azules, pancartas, que llenaron las calles y plazas de España hace —cuando escribo, a mitad de agosto— un mes.

Protestaron entonces contra un asesinato, muchos cientos de miles —acaso millones— de personas que no habían protestado antes. Fue, qué duda cabe, un gesto emotivo. Pero condenado, por falta de continuación, a la esterilidad.

Todo muy bien los primeros días, claro. Pero, una vez consumida la emotividad y el riesgo de que el pueblo, harto y hastiado; peor aún, burlado una vez más, se tomara la justicia por su mano, han vuelto las cosas a sus orígenes. Ya tenemos de nuevo a los separatistas del PNV acusando al Gobierno —y a los partidos españolistas en general— por no tender la mano negociadora a los asesinos. Por no seguir manteniendo a cuerpo de rey, de vacaciones en el Caribe, a asesinos confesos.

Y tenemos a esos partidos llamados españolistas con los habituales paños calientes, con las discusiones bizantinas de si se acordó esto o lo otro, de si se interpreta lo de allá o lo de acullá.

Y tenemos al Gobierno de vacaciones, y en septiembre empezaremos a hablar.

Y tenemos —ahora sin la menor duda, si es que alguna quedaba— la más completa seguridad de que no cabe más salida que pasar a cuchillo a los que, pudiendo poner soluciones, permiten que todo siga igual.