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sábado, 24 de diciembre de 2016

SOBRE LO DE CADA AÑO.

Que es, por esta fecha, la conmemoración del nacimiento del Hijo de Dios, se pongan como se pongan los papanatas y los mamarrachos.

Se que no es demasiado cristiano lo que suelo decir en estos días, pero comprendan que -a efectos de este diario- me invade el espíritu navideño de los tres meses de compras compulsivas, de los papás noeles y -a poco que la señora CaCarmena y sus alegres chicas del bolchevismo feminista metan baza- mamás noelas.

O sea, que poco cristiano y tan poco católico como el mismísimo cura Paco, salvo hacia quienes no tragan con el ectoplasma de unas Navidades hechas a la imagen y semejanza de los palurdos eternamente deslumbrados por el más cursi esnobismo.

Por supuesto, sin la menor compasión, ni caridad, ni amor fraterno, ni leches, hacia los que celebran -solsticio de invierno- un acontecimiento astronómico, y que por presumir de laicos caen en el más puro panteísmo. Como la referida tribu de la señora CaCarmena.

Así es que, como de costumbre, deseo una Feliz Navidad a quienes saben que esta noche nos nace Dios, que se hace hombre en Su Hijo.

Y al resto, como de costumbre también, que les vayan dando.