Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 8 de noviembre de 2011

SIN COMENTARIOS.

Titular de El Mundo: El Rey suspende su agenda para evitar sobreesfuerzos en el tendón de Aquiles

* * *

Ángel Palomino, Caudillo:

Los médicos le prohíben tomar parte en el consejo del día 17 de octubre y responde que muchas gracias: ellos cumplen con su deber prohibiéndole asistir a la reunión, y el lo cumple presidiéndola.

Será mejor reproducir la escena tal como la cuenta el doctor Pozuelo:

-Su excelencia debe guardar reposo absoluto. No puede ir a presidir el consejo de ministros. Cualquier hombre de empresa obedecería a sus médicos.

Respondió:

-Pero yo no soy un hombre de empresa.

Vital Aza le interrumpió:

-Es que corremos un riesgo vital.

-¿Eso que quiere decir?

-Riesgo de vida, excelencia. Riesgo de vida si usted se levanta.

Intervine:

-Que el consejo se celebre en este dormitorio.

Me cortó:

-No. Es necesario que yo me siente en mi puesto. La enfermera propuso entonces una solución intermedia:

-Excelencia; le traigo una silla de ruedas y va en ella.

-Gracias, no. Tráigame el traje.

Le colocamos un monitor. Tratábamos con ello de controlar telemétricamente el electrocardiograma. Era absolutamente preciso conocer su ritmo cardiaco.

Me acerqué y le informe:

-Excelencia. Esto que lleva puesto es un monitor que nosotros estaremos vigilando desde una pantalla de televisión en una habitación contigua al salón del consejo. Si observamos una alteración importante no tendremos mas remedio que entrar. Esto sucederá si vemos signos de fibrilación ventricular. Si esto ocurre, que Dios no lo quiera, entraremos con un desfibrilador, le tenderemos y antes de treinta segundos procederemos a desfibrilarle, porque si no, se nos muere.

Por toda respuesta, dijo sonriente:

-Bien.

Sin decir otra palabra comenzó a andar hacia el despacho.

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